Urge frenar el saqueo y la destrucción

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Varios que tenemos conciencia y fundamentos acerca de lo pernicioso y destructivo que siempre resultan las “recetas” neoliberales, venimos exponiendo acerca de los destrozos generalizados y saqueos perpetrados en estos últimos tres años con total premeditación, alevosía e incluso con total desparpajo; casi se podría decir envalentonados ante las múltiples coberturas mediática, judicial, legislativa, y de operadores en las sombras o desembozados de la hidra de múltiples cabezas que es el “partido militar liberal”.
En los primeros tres sectores (periodismo, judicial y legislativo) hay honrosas excepciones, pareciendo no ocurrir lo mismo en el restante, el cual se encarga rápida y totalmente de excluir o aislar de su ámbito a los numéricamente minoritarios militares con clara Mentalidad Nacional, de forma tal de bloquear los accesos a todos los pensamientos no alineados (y alienados) con y por el liberalismo apátrida extremo.
Claramente existen otros apoyos al neoliberalismo que literalmente, se está llevando puesta a Argentina conduciéndonos a la disolución nacional; apoyos que son evidentes en ciertas apatías políticas y en notables ”mansedumbres” de algunos dirigentes gremiales, varios de los cuales parecería que reservaron sus combatividades para enfrentar otros tipos de gobiernos, en las antípodas del neoliberalismo salvaje que hoy padecemos.
Duele constatar como día a día nos endeudamos más y en gran escala, no cesan las quiebras de industrias, los cierres de comercios, se incrementa la pobreza y la miseria extrema, aumenta el desempleo, se pisotea la soberanía, todo ante la aparente total pasividad de grandes sectores de nuestra población, como si estuviera mentalmente anestesiada.
Lo que no consiguieron perpetrar mediante las complicidades legislativas de los sectores laxos o complacientes de la oposición meramente formal (bajo la excusa de “asegurar la gobernabilidad”), lo ejecutan haciendo uso y abuso de la figura de los DNU, decretos que no son por cierto de necesidad ni de urgencia, como no sea la urgencia de terminar de desguazar al país antes que el común de la gente reaccione.
Y para asegurarse voluntades o para impedir acciones concretas en contra, el uso discrecional de prebendas, los carpetazos y el látigo parecería metodología impuesta para evitar indocilidades.
Y para indóciles recalcitrantes o para saldar cuentas pendientes por haber pisado callos de “gente importante”, los encarcelamientos “preventivos” parecen ser otra de las metodologías alternativas, de un régimen que cada vez más se parece a un dictadura y cada día menos a una democracia.
En estos temas, como en otros, la Historia bien analizada es una guía muy precisa, que permite comparar y evaluar realidades, en su contexto real.
Ese gran analista de la Economía Argentina que fue el Dr. Aldo Ferrer, analizó comparativamente como se abortó el desarrollo científico e industrial de Egipto en el siglo XIX, para volverlo a llevar al redil de dócil colonia británica; y también describió distintas metodologías del establishment ultra conservador y nada patriótico de Argentina, que siempre se opuso al desarrollo integral de nuestro país (que debe comprender no solo a la economía primaria, sino también a la industria y a la tecnología, y que debe abarcar todo el territorio nacional, e involucrar a todas las clases socio económicas que componen nuestra población); lo cual es muy diferente, diametralmente opuesto al cerrado esquema de simple crecimiento de la economía primaria negado al desarrollo y a la vez subordinado a los centros del poder financiero mundial y a las potencias hegemónicas de las hoy llamadas Potencias Atlantistas.
Por cierto, la definición de Potencias Atlantistas resulta algo limitativa, pues no solo involucra a la dupla EEUU – Canadá, y a las potencias principales de la Unión Europea (Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia, y otras), sino también a otras naciones altamente desarrolladas que operan como aliados extra continentales o asiáticos, como Japón, Corea del Sur y otras.
Los sectores oligárquicos locales, han sido desde siempre cerradamente clasistas, con fuertes sesgos racistas, de centralismo recalcitrante de tipo unitario recargado, con una anglofilia exacerbada, y todo envuelto en un mero patrioterismo formalista que se agota en lo declamativo, pues se sienten muy a gusto en esquemas de sometimiento colonial con fachada pseudo independiente.
El caso es que esos sectores retrógrados, que gobernaron desde el mitrismo en adelante hasta Yrigoyen (*); luego en la década infame (1930-1943), y que desde 1955 operaron con el partido militar liberal como mascarón de proa de sus cerrados y egoístas intereses sectoriales; pero ahora demuestran estar decididos a evitar de cuajo todo renacimiento político de los sectores nacionales y populares, evidenciando estar decididos a llevarse definitivamente puesta a Argentina, desguazándola totalmente, arrasando toda la industria, los entes tecnológicos, la infraestructura, las economías provinciales, y destrozando todo el sector de la Educación Pública y a la Salud Pública, desamparando y volcando a la miseria a los jubilados y empobreciendo masivamente a la población.
Ahora claramente vinieron por todo, y como mínimo buscan retrotraernos a los empujones al feudalismo campero del mitrismo de siglo XIX; y de máxima, desguazar total y definitivamente a Argentina, destrozándola en media docena (o más) de pequeñas republiquetas inviables, fácilmente manejables por el capital usurero internacional y las grandes corporaciones transnacionales operando sin limitación alguna.
Como evidente respaldo a esas siniestras intenciones, el pisoteo alevoso de la Doctrina Drago, en las descarada acciones intervencionistas que el gobierno neoliberal de Argentina subordinadamente promueve en Venezuela, deja muchos flancos desguarnecidos para permitir intervenciones “liberadoras” de los marines de EEUU y/o de tropas británicas en territorio continental argentino, si es que acá surgiera la “amenaza” de otro gobierno de clara orientación nacional y popular; “amenaza” (a los intereses hegemónicos en el “patio trasero”) que los Atlantistas considerarán mucho más seria si llegáramos a consolidar una necesaria fuerte estrategia de alianzas con Rusia y China (potencias con las cuales no tenemos conflictos de intereses geopolíticos ni territoriales), para contrapesar las brutales presiones de los Atlantistas, si osáramos volver a ser independientes y con una concepción geopolítica orientada hacia la Grandeza Nacional.
Lo precedente no implica entrar en inconducentes enfrentamientos ni cataratas de insultos hacia las Potencias Atlantistas; sino en poner claros límites y ejercer con dignidad nuestra soberanía.
La destrucción acelerada que siguen perpetrando, y la cada vez más cercana realidad de un colapso financiero mayúsculo, hacen imperativo frenar totalmente las políticas de desguace nacional en plena perpetración, cambiando diametralmente las políticas económica, social y estratégica a ser aplicadas, ahora con carácter de muy urgentes.
(*) Respecto al medio siglo largo del feudalismo mitrista, cabe hacer las salvedades de los gobiernos de Pellegrini y Roca, que implementaron políticas de transformaciones positivas reales, y de integración territorial, siendo sobre todo el último el que prácticamente creó y consolidó institucionalmente la Argentina del siglo XX, con políticas fuertemente inclusivas como la desarrollada por el ministro Osvaldo Magnasco en Instrucción Pública, la creación del Correo Argentino, la modernización de las Fuerzas Armadas bajo el accionar del General Riccheri, y la fuerte extensión de las líneas ferroviarias que eran vitales ante las carencias de la red caminera, entre otros logros, que ciertas “progresías” se empeñan en ocultar o desconocer.

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