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En un año, hay 3.600.000 nuevos pobres. Aumentó la pobreza y ya roza el 35 por ciento de las personas según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos. Son cerca de quince millones de personas. Los salarios, según las últimas mediciones oficiales, volvieron a perder contra la inflación y la derrota acumulada ya es apabullante. Con esos datos se entra a la última semana de cara a la primera cita con las urnas en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. 

Las encuestas, sin embargo, siguen sosteniendo que hay una polarización casi extrema entre el presidente Mauricio Macri y su contrincante directo, Alberto Fernández. 

El candidato opositor mantiene una intensa campaña con escasa suerte para no tropezar. Empeñado en responder a todos y todas, se expone a los contragolpes del oficialismo que desgastan una campaña en la que corre de atrás para imponer ideas. Será al final, con el recuento de votos, cuando se sepa que si tiene razón. Pero en las últimas logró asestar un golpe argumental que dio en el clavo: todas sus palabras son sometidas a un exhaustivo chequeo y una reflexión sobre las pymes no fue la excepción. Pero esta vez, los chequeadores dejaron flancos y Fernández contraatacó. 

Fernández y Macri están concentrados donde suponen que están los votos que harán la diferencia. 

Las encuestas marcan que hay casi un empate técnico y las que se publican, celebran un crecimiento en la intención del voto presidencial. De todos modos, si los sondeos se realizan en ciudades puntuales, incluso en algunas localidades donde se impuso Cambiemos en 2015 y 2017, los resultados son diametralmente opuestos, con una clara ventaja para el ex jefe de Gabinete.

El Presidente le habló este sábado a su público más fiel, que, sin embargo, no dejó pasar la oportunidad para exigir algunas definiciones. “Las retenciones se terminan en 2020”, le espetaron en la inauguración de la Sociedad Rural. Es, al campo, una de las promesas no cumplidas. 

Pero a sabiendas de la lealtad del espanto, Macri exhibió un discurso efusivo, casi triunfal: “Todos los argentinos estamos saliendo de la crisis que hemos vivido, más fuertes, más convencidos. Porque empezamos a tener bases distintas”, remarcó y puso al campo como ejemplo de su prédica: “Ustedes, sin rezongar, arrancan a trabajar antes del amanecer”, elogió. 

Como anécdota quedará un mal momento que se expuso en vivo y en directo. Greenpeace logró colarse en el mismísimo palco presidencial y exhibir banderas contra el campo y la deforestación. El mal trago quedó registrado.

Como muestra de amor, Macri volvió a elevar el rango a ministerio a Agricultura, porque “necesitamos producir alimentos en 2030 para 800 millones de personas en el mundo entero y dar un millón de puestos de trabajo”. 

El presidente de la Sociedad Rural, Daniel Pelegrina, devolvió cada uno de los elogios y utilizó una rara metáfora para defender el rumbo económico. Puso de ejemplo un bambú japonés que “después del séptimo año” da resultados con “un brote que crece rápidamente y puede llegar en las semanas siguientes hasta una altura de 30 metros”. Un brote en siete años. El segundo semestre extendido a un segundo mandato. 

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Es eso lo que se pone en juego desde el próximo domingo. La hipótesis de un mejor futuro, en disputa con un presente bueno para pocos y un pasado “populista” de heladera llena y bolsillos aliviados. 

Es la idea del “cimiento” contra el atajo. Los cimientos, se explica, obligan a la penuria presente para, eventualmente, en algún momento, llegar al escalón de la prosperidad. En el ahora, ganan unos pocos. 

Esa promesa se exhibe en todos los niveles y obedece a la misma lógica. “Este es el modelo para Misiones”, dijo desafiante hace unos días Walter Kunz, delegado de Agricultura Familiar de la Nación al defender su plan para plantar 250 mil hectáreas de maíz transgénico en la tierra colorada. El mismo funcionario admitió que Brasil, que es el espejo en el que se refleja, destruyó el medioambiente y cambió biodiversidad por praderas de granos que contrastan con el verde monte de este lado de la frontera. Sin embargo, se mostró convencido que el camino es inevitable y será consolidado con la corporación Maizar si hay un segundo mandato. 

Para reforzar su postura en un debate sin contendientes organizado por periodistas agropecuarios, Kunz estuvo acompañado por el presidente de la Sociedad Rural Misiones y un productor sojero de Corrientes, que relató cómo lograron domar a “los fundamentalistas del medioambiente” al no rendirse “ante prejuicios infundados” sobre el uso de agroquímicos porque “nadie es dueño del ambiente ni del territorio”.

La Provincia va en camino opuesto. Custodia la selva, logró ser declarada capital de la Biodiversidad, prohibió el uso de glifosato en zonas periurbanas y ahora va por una ley de protección de las semillas originarias, como bien cultural y económico que debe ser preservado, de corporaciones y de agroquímicos. No se opone, sin embargo, al desarrollo productivo. De hecho, el gobernador electo Oscar Herrera Ahuad coindice en que se debe plantar más maíz. La diferencia es el cómo y quién se queda con la rentabilidad.  

Pero en la lógica imperante, quienes opinan distinto, son fundamentalistas y no merecen miramientos. Lo mismo sucede con quien cuestiona el modelo económico. Es el pasado planero que se resiste a ser derrotado. 

Dualidad que está lejos de la realidad misionera y que contrasta con el concepto de “misionerismo” que se ofrece como alternativa el Frente Renovador de la Concordia. Es un desafío que se magnifica después de la decisión de la Cámara Electoral de la Nación de impedir el uso de boletas cortas presidenciales.

No hubo demasiada sorpresa en las filas del oficialismo por el fallo de la Cámara. No cambia, en definitiva, los planes. Igual habrá que lidiar con el convencimiento hasta último momento, para que en el sobre esté la boleta corta local y la del candidato a presidente que se prefiera. Algunos dirigentes ya reparten las boletas armadas.

El gobernador Hugo Passalacqua remarca en sus últimos discursos la idea de que es fundamental defender los intereses misioneros en el Congreso, que no son los que representan los candidatos de la alianza Cambiemos o el Frente de Todos, atados a esa grieta. “Los misioneros y misioneras tomamos hace algunos años una decisión histórica de ir hacia un proyecto social, político y económico, misionerista. Nuestro. Que nadie nos diga de afuera lo que tenemos que hacer o dejar de hacer”, reflexionó el mandatario en su spot de campaña. 

Quieran o no, los candidatos locales de ambos espacios están signados por la agenda que llega desde Buenos Aires, donde está concentrada la mayor de las batallas. Siquiera hubo campaña fuerte en las provincias. Solo vino Alberto Fernández, Macri recaló en Corrientes y Cristina vendría después de las PASO. Este jueves llegará Miguel Ángel Pichetto, pero de la mano de Gerardo Díaz Beltrán y no de Cambiemos, para una reunión con empresarios. 

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“Todo suma”, definió un empresario sobre la reunión con Pichetto, quien también mantendrá encuentros con el Gobierno provincial. También se quejó de que Alberto ni nadie de su equipo pidió una reunión formal. De todos modos, hay empresarios que mantienen contacto permanente con dirigentes del Frente de Todos y no ocultan sus simpatías, aunque se mantienen lejos de la grieta. 

Román Queiroz, presidente de la Amayadap estuvo reunido con Alberto Fernández y quedaron en una nueva cita para después de las PASO. El candidato repite en sus discursos la información sobre la crisis maderera que se llevó de su visita a Misiones. Queiroz tuvo que salir a ratificar que los datos sobre la caída de la industria son correctos, ante las réplicas de algunos dirigentes locales de Cambiemos.

En Posadas los que comienzan a producir viviendas lo hacen de la mano del Gobierno provincial que activó la fábrica en el Parque Industrial.

La campaña local tuvo como eje al misionerismo, incluso para los aspirantes opositores, imposibilitados de soslayar esa bandera. La Renovación nuevamente fue la que recorrió cada una de las localidades, esta vez con los candidatos al Congreso, con la incorporación de Néstor Pitana a las giras. 

Es, sin dudas, la gran atracción de la campaña. Pero lejos de ser un outsider, Pitana reveló a una periodista de Iguazú que siempre estuvo interesado en la política y tuvo su paso por centros de estudiantes en la etapa de juventud. Después, la vida lo llevó por otros lugares, pero se muestra preparado para llevar las demandas del misionerismo al Congreso. 

Las demandas son muchas, pero están centradas en una reparación histórica. Los últimos datos oficiales validan la tesis misionera: Misiones pierde en comparación con las provincias de la región y también, en estos últimos meses, por inflación. Está lejos de recibir dinero “como nunca”, como ponderan los diputados de Cambiemos. Como contracara, el Gobierno inyecta recursos a la economía y al consumo para sostener la actividad y, sobre todo, el empleo. Mitiga así consecuencias que podrían ser mucho más severas de la crisis nacional. 

“Nuestra boleta es corta, pero significa poner primero a Misiones. La boleta larga, sea quien fuere el ganador, implica seguir lidiando con la crisis por un largo tiempo más”, responde como argumento un dirigente de peso en la Renovación. Ese es el mensaje que se intensificará en esta última semana. Ya no queda tiempo para más. Serán los misioneros los que marcarán el camino. Como el 2 de junio. 

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