¿Qué estamos haciendo mal? Lecciones del pasado (primera parte)

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La inflación del 2019 cerró en un 53,8 %; la del 2020 según las estimaciones más optimistas andaría por encima del 40%. Si a esto le sumamos que la economía se derrumbó en el 2018, 2019 y está prevista una caída del PBI del 1,7 % en el 2020: ya tenemos el combo completo. 

Pero todo esto no es nuevo en la Argentina, los ciclos de crisis de stop and go (término con el que se denomina a las crisis económicas de estas características), vienen de los años 50 y todavía no podemos salir de ellos, a pesar de haber sido una de las principales (incluso la mayor en términos per cápita) economía del mundo. Como existía el problema, se buscaron soluciones y, a juzgar por el presente, ninguna nos llevó a un crecimiento sostenido con baja inflación como si lo lograron países muchos más atrasados que nosotros.

 La idea de los siguientes artículos es repasar los planes de estabilización económica que se implementaron en la Argentina en los últimos 50 años y entender por qué fracasaron. Empecemos con el último plan de la dictadura, que nos llevó de poder ir de compras a Miami en la patria del “deme dos” a una crisis terrible que si para algo sirvió es para terminar también con el gobierno de facto. Lo que vamos a describir es una breve síntesis de en qué consistía el plan y sus consecuencias.

La tablita 

La inflación en 1978 fue del 170 por ciento, la de Estados Unidos era el 9 %, y algo había que hacer:

La famosa Tablita fue un plan de carácter gradualista se podría decir, porque buscaba reducir la inflación a través del tiempo hasta que convergiera con la internacional (o la de Estados unidos en ese momento). Sus medidas principales fueron las siguientes :

  • Hacer devaluaciones preanunciadas: en principio las devaluaciones serían cada ocho meses y después se aceleraron ¿De qué serviría esto? Se parte de que el problema de la inflación era las variaciones del dólar, entonces lo que se buscaba era que la tasa inflación se alineara a una tasa de devaluación decreciente en el tiempo hasta terminar convergiendo con la inflación internacional.
  • Para que se cumpla lo anterior, los precios no debían superar a la devaluación más la inflación internacional; por eso se bajaron los aranceles y restricciones a las importaciones para que ingresen productos del exterior, y la competencia haga que los productos locales no puedan subir por encima de los precios internacionales (sino serían más caros y no se venderían).
  • Los servicios públicos aumentarían sus tarifas junto con la devaluación  para que no queden atrasados y no provoquen déficit.
  • Se liberó el mercado de capitales para que ingresen o salgan de acuerdo con la tasa de interés (acá se conoció por primera vez el término bicicleta financiera).
  • Se hicieron otras cosas, como los seguros de cambio para que las empresas saquen sin riesgo créditos en el exterior y el país les cubría la diferencia de cotización.
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¿Que debía pasar?

  • La tasa de inflación, que según el diagnóstico dependía de la devaluación, debería alinearse con esta y juntos ir descendiendo hasta igualar a la tasa internacional. Esto pasaría porque las importaciones de productos no permitirían que los precios de los productos locales aumenten por encima de la devaluación y habiendo actualizado los servicios públicos en la misma sintonía. Entonces el nivel de precios internos debería converger al nivel de precios internacional.

¿Qué pasó?

  • Pasaron cosas… resumidamente, la inflación fue más alta que la devaluación preanunciada, pero como había dólares producto de aportes del Fondo Monetario Internacional y la entrada de capitales golondrinas, estos quedaban cada vez más baratos (porque el aumento de precios internos, incluidos los sueldos, era mayor al aumento del dólar programado), y por ende los bienes importados eran más baratos. Esta situación provocó un brutal déficit de cuenta corriente a la par de que la industria nacional iba desapareciendo (las importaciones se triplicaron entre el 78 y el 80). 
  • Capítulo aparte merece el negocio del siglo: como la tasa interna era mayor que la internacional y se sabía cuándo y cuánto se iba a devaluar, entraban dólares al por mayor: se compraban pesos, se ponían a interés y un día antes de la devaluación, que se conocía de antemano, se volvían a convertir a dólares, repitiéndose estas maniobras especulativas una y otra vez. 
  • Obviamente que el ritmo de endeudamiento de la Argentina para alimentar esta bicicleta era insostenible. Entonces pasó lo que iba a pasar: un día se terminaron los dólares de reserva y la posibilidad de endeudamiento y las corridas de febrero de 1981 dieron muerte a la tablita; con ella a la industria nacional y se dio inicio al largo historial de dramas de la deuda externa.
  • ¿Y la inflación? Subió del 87% en 1980 al 131% en 1981 y al 209.7% en 1982; acompañando las sucesivas devaluaciones y desastres monetarios.
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Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC y de Inflación Verdadera.

¿Que se hizo mal?Entre muchas cosas que la Dictadura hizo mal, en materia económica, si al ver que las devaluaciones programadas eran menores a la inflación real, el error fue no corregir la tasa de devaluación hacia arriba, así como liberar el mercado de capitales para que las inversiones especulativas se llevaran todos nuestros dólares. Esto demuestra una vez más que el dólar barato en la Argentina siempre salió caro. Cualquier semejanza con 2018, no se trata de una mera coincidencia.

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