Para las economías regionales, el valor del dólar y los precios internacionales son apropiados; ¿dónde está el problema?

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Escribe Jorge A. Day, Fundación Mediterránea. Acorde a medios especializados, en estos últimos tiempos se habrían agravado las complicaciones en las economías regionales. Entre los mencionados están las uvas y vinos, frutas, olivos, legumbres y cítricos, con escasa rentabilidad para realizar una planificación a mediano plazo. Los precios pagados a productores no alcanzarían a cubrir los costos de las cosechas. Debido a esta problemática, el gobierno nacional ha anunciado medidas para auxiliarlas.
Ante este planteo, surge la pregunta de si el dólar más caro no les está dando una mano a estas economías. Aclaremos a qué nos referimos con economías regionales. En nuestro país se las asocia con el agro y la agroindustria, y a veces también con la minería (incluyendo el petróleo), actividades que caracterizan a las distintas regiones argentinas. Por ejemplo, la Patagonia es más petrolera y el NOA más azucarera. Un punto relevante es que estas actividades generan bienes exportables, y por ende, fondos externos que movilizan a cada región.
En este sentido, un dólar más caro debería beneficiarlas, salvo que estén padeciendo una caída en sus precios de exportación, o que el sistema de impuestos y subsidios a las exportaciones no lo esté favoreciendo. Y si no es por esto, es que hay otros problemas, como una retracción en la compra mundial de productos regionales (no se observa eso), u otros costos que hayan aumentado sustancialmente.
Concentrémonos en la primera parte. En términos generales, ¿están mejor las economías regionales para exportar? La respuesta es “depende de la fecha de referencia”. Por ejemplo, si lo comparamos con cinco meses atrás (agosto 2018), con dólar caro, menores retenciones y mayores reintegros, la situación está un poco peor. Pero si lo comparamos con el periodo en que concluía su mandato el gobierno anterior (fin 2015), con un dólar más barato, se puede decir que la situación actual está mucho mejor.

Ya que la respuesta depende del tiempo, lo conveniente es tomar como referencia una fecha “normal”, con precios y dólar promedios. En un periodo de quince años, el promedio histórico en ambas variables es similar al de mediados de 2010. Justo un año después se alcanzó el máximo en montos exportados. Es decir, aunque en esa época ya había quejas por los costos crecientes en dólares en el país, todavía era un buen momento para exportar.
¿Cómo estamos actualmente con respecto a esa fecha? El dólar está apenas más barato, los precios promedio de productos pampeanos apenas más bajos, pero con menores retenciones, y lo inverso para otros productos regionales, con precios apenas más altos, pero con mayores retenciones. En términos generales, estamos en una situación similar a 2010. Si en ese periodo estábamos en una situación cercana al de máxima exportación, sería un escenario positivo.
Esta es una visión global, y lo interesante es observar las diferencias entre productos regionales, cuyos mercados no necesariamente se comportan en forma homogénea. Para comparar, se considerará el poder de compra del precio de exportación. Es decir, ese precio no se expresa en dólares, sino en pesos constantes, teniendo en cuenta cuánto rinde el dólar en cada momento. Y ese precio se calculará neto de retenciones.
Respecto al promedio histórico (Jun 2010): si en general estamos actualmente en una situación similar a esa fecha de referencia, entonces al desagregar por productos habrá algunos mejor posicionados y otros peor. Entre los primeros están el maíz y el trigo, beneficiados por la fuerte reducción de retenciones. Otro producto beneficiado en precios (y con apertura de sus mercados) ha sido el aceite de limón.

Sorprenden las manzanas, un sector que está en problemas. En realidad, ha habido un aumento de sus precios promedio en dólares, y han exportado más durante 2018. Si, a pesar de estar mejor comparado con 2010, este sector continúa complicado, es señal de que sus problemas no estén por el lado de precios de exportación, sino por otro lado. Por ejemplo, con las restricciones que le fija Brasil cada tanto para el ingreso de fruta argentina. O por sus altos costos de producción. Debe tenerse en cuenta que en el Alto Valle la fruticultura comparte su estadía con el petróleo, actividad que paga altos salarios, y por ende, eleva los costos laborales en dicha región.
También sorprende la mejora de precios en vinos fraccionados. A diferencia de los commodities, hay una gran variedad de vinos, cada uno con su precio. A medida que el país se encarecía (hasta el año 2015), disminuían las exportaciones de vinos de bajos precios, y por ende, el precio promedio de exportación se elevaba (se vendían los más caros). Es decir, no es que hayan mejorado los precios de los vinos, sino que se han dejado de vender los más baratos, que son los de mayor volumen. Eso genera mayor oferta de vinos en el mercado interno, generando presión bajista en sus precios dentro del país.
Entre los que han perdido, están aquellos productos con mayor caída en sus precios. El ajo ha sido notorio en estos últimos meses, cobrando el exportador la mitad del precio que estaba vigente hace más de un año, explicado por la invasión de ajo chino en Brasil. También ha sufrido precios más bajos la ciruela seca.
Comparado con fin de 2015: la mayoría de los productos regionales están mejor posicionados, gracias a un dólar más caro, y a la salida del cepo, que afectaba seriamente a las exportaciones regionales.
Entre las excepciones de mejora, está el caso del petróleo. En aquella fecha las empresas petroleras cobraban un precio mayor al internacional (al ser bajo, estaba subsidiado), y este subsidio se fue reduciendo con el tiempo.
¿Qué rescatamos de este análisis? A pesar de las mayores retenciones y menores reintegros, en general las condiciones son similares a la de 2010, con un dólar y precios cercanos a los promedios históricos, que todavía permitían exportar. Obviamente, algunos se han visto más favorecidos que otros. Y en algunos casos se ha podido exportar más durante 2018 (frutas frescas e industrializadas). A eso se agrega que, si se frenara la escalada de la guerra comercial entre EEUU y China, hay quienes pronostican mejores precios para los productos regionales.
Entonces, si el mercado externo ayuda a las economías regionales, ¿por qué éstas continúan en crisis o complicadas? Al menos se pueden hacer tres consideraciones.
Primero, una parte de las economías regionales destina su producción al mercado interno, que se vio fuertemente afectado por la devaluación del año pasado, generando una importante caída del poder de compra de la población. Por ejemplo, un 60% de la uva se destina a elaborar vinos que se venden internamente, en un mercado cuyo consumo viene cayendo desde hace más de tres décadas, situación que se agravó con la contracción de los ingresos de la población argentina.
Segundo, existen otros costos que se han incrementado en los últimos tiempos. Claramente, la presión impositiva está en un record, tanto a nivel nacional como en provincias y municipios. Los costos financieros, especialmente durante estos últimos meses, han alcanzado niveles muy elevados, justo para actividades que son intensivas en capital de trabajo. También se deben considerar los mayores costos de logística. Y se mantiene la desventaja para competir con otros países, al tener que pagar altos aranceles para ingresar productos argentinos en otros mercados. En los últimos tres años se han logrado abrir algunos mercados, aunque no es una tarea sencilla, dado el alto proteccionismo existente en nuestro país.
El menor consumo y los mayores costos implican menores fondos que cuentan los industriales para hacer frente al pago de la materia prima, que representa el ingreso monetario de los productores. Por ello, varios mencionan que éstos últimos no contarán con los recursos monetarios suficientes para hacer frente a la próxima cosecha.
Tercero, una consideración más estructural es si algunos modelos de negocios regionales están adecuadamente preparados para los actuales tiempos. Hay casos en que se producen bienes que son cada vez menos demandados por la sociedad. Por ejemplo, se habla de la necesidad de reconvertir variedades en frutales. También está el planteo de unidades de negocios pequeñas, con altos costos unitarios de producción, y con precios de venta que no pueden aumentar, generándoles problemas de rentabilidad.
Resumiendo, llamativamente en un contexto de tipo de cambio más apropiado, varias economías regionales, que producen bienes exportables (o materia prima para producir esos bienes), se hallan en crisis o complicadas. En pocos casos ha habido una fuerte caída en sus precios de exportación (ajos). Pero en la mayoría, el problema no es tanto de precios internacionales, sino de otros factores, entre los cuales están la dependencia en el mercado interno, actualmente en baja, y los “otros” costos para producir en nuestro país (impositivos, financieros, logísticos, laborales, aranceles). Las medidas anunciadas por el gobierno apuntarían a reducir parte de los costos laborales (al aumentar el mínimo no imponible para las contribuciones patronales), aunque posiblemente su impacto sea moderado. Y a todo eso se agrega la necesidad de replantear y reconvertir algunos modelos de negocios regionales, tarea relevante para el repunte de las economías en las distintas provincias.

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