María Taratuty: “Hay que ser solidario en serio”

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Hace 10 años una maestra rural de un barrio de frontera en Puerto Iguazú llegó al Duty Free Shop de London Supply pidiendo que le donaran una bomba de agua para su aula escuela en el Barrio 1 de Mayo. El CEO de la empresa, Teddy Taratuty, solicitó conocer el lugar donde estaba lo que pensaban era una escuela rural, pero para sorpresa se encontraron con una estructura que constaba de un techo de chapa y cuatro pilares para sostenerlo. “No necesitás una bomba de agua, necesitás una escuela, le dijo a la maestra”, recuerda María Taratuty, hija del CEO y directora que la fundación que nació tras ese pedido.
La fundación realiza tareas en las áreas de salud, educación y asistencia social en Puerto Iguazú como base, pero también en las seis ciudades donde la empresa tiene operaciones. La bomba de agua se transformó en un parque educativo de tres manzanas que hoy alberga un jardín maternal, una escuela primaria y un secundario con orientación en turismo.
La última inauguración fue un Hogar de Día dentro del asilo de ancianos San Roque que depende del obispado. En una entrevista con Ámbito Financiero,  Taratuty explica cómo nació la fundación y este proyecto que contempló la construcción de un edificio de 1165 mts.² con vistas al Río Paraná equipado con mesas para juegos, sectores de descanso, gimnasio, comedor y consultorios médicos para la tercera edad.
Periodista: ¿Cómo nacen las acciones de RSE en la empresa?
María Taratuty: Por la bomba de agua. Teníamos acciones que no estaban canalizadas ni nucleadas a través de una fundación, eran acciones dispersas que surgían esporádicamente del hijo de un gerente o alguien que había tenido una dificultad. Somos una empresa de 2000 empleados que no pierde sus raíces de estilo familiar y no teníamos un tipo de orden a la hora de enfrentar donaciones hasta que una maestra de un aula satélite pidió una bomba de agua y así es como decidimos conformar nuestra fundación. 
P.: ¿Cómo eligieron los ejes salud, educación y asistencia social?
M.T.: Todo fue por la bomba, una cosa fue llevando a la otra y así fuimos creciendo y diversificándonos. Siempre digo que llevar adelante acciones de responsabilidad social y de solidaridad hace bien al alma. Uno se va comprometiendo cada vez mas y contagiando al equipo que trabaja con uno. En mi caso mi papá (Teddy Taratuty) es el que más me empuja y fue el que me enseñó a ser más solidaria en serio. Yo creía que era solidaria hasta que me dieron el noble trabajo que tengo, que dentro de todos los puestos que hay en el grupo es el más lindo. 
P.: Misiones es su base central, ¿Cómo eligieron los otros lugares? 
M.T.: En Puerto Iguazú tenemos 1200 colaboradores en el Dutty Free Shop, entonces va un poco en proporción a eso, a parte nuestro corazón como fundación nació en esta comunidad que siempre nos abre las puertas. Las otras ciudades son en las que el grupo tiene operaciones comerciales. En cada ciudad que va el grupo como fundación desembarcamos con uno o varios dispositivos solidarios que se ponen en marcha cuando comenzamos a investigar acerca de las necesidades de la comunidad. 
P.: Además de las tareas de asistencia, ¿Tienen programa de voluntariado?
M.T.: En realidad somos un equipo los que trabajamos en la fundación y hay un montón de almas que se movilizaron espontáneamente que colaboran cuando los directivos de la fundación solicitan ayuda. No hay programas de voluntariado, pero surge espontáneamente como las meriendas en el hogar de ancianos San Roque, ahí fueron los Ángeles Rojos como llamamos a nuestros voluntarios que son empleados de Duty que fuera el horario laboral los viernes comparten la merienda con los abuelos del asilo. 
P.: ¿Cómo surge el interés por la tercera edad?
M.T.: Fue durante una audiencia en el Vaticano con el Papa Francisco, cuando estábamos a punto de inaugurar el jardín maternal Madre Teresa de Calcuta. Le llevé un poster de con los dibujos de las manitos de los niños y el Papa le dedicó una especial atención a eso y a las preguntas que le hacían los chicos que eran muy graciosas, le preguntaban si tomaba si sabía que era un pancho entre otras cosas. Francisco se rió mucho y mirándome a los ojos me dijo María, ese es un extremo de la vida, no te olvides del otro que son los abuelos. 
P.: ¿Qué siguió después? 
M.T.: Volví con esa bandera y decidí clavarla en Puerto Iguazú cuando conocí a la hermana Josefa. Decidimos que el hogar San Ramón era el lugar donde íbamos a concretar este pedido del Papa. Nos vimos en la imposibilidad de refaccionar al hogar donde viven 30 abuelos porque es un edificio muy antiguo y que no se los podían trasladar. Las autoridades del hogar nos dijeron que podíamos colaborar con reparaciones en general pero sin tocar mucho el edificio. Pero nosotros teníamos que hacer algo, entonces recorrimos el terreno y entre la maleza que no se cortaba hace años, nos encontramos con la vista al Río Paraná. Mandamos a desmalezar todo y construimos este Hogar de Día que acabamos de inaugurar. 
P.: ¿Por qué las empresas deben involucrarse con la comunidad? 
M.T.: Personalmente porque hace bien y a nivel empresarial porque es nuestra responsabilidad, quizás más que responsabilidad es nuestra obligación. Todo aquel privado que pueda hacer algo por el otro tiene la obligación de hacerlo. Así es como trabajamos en la fundación.

 

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