La contadora y el tornero, que abrieron un café que marcó un hito en la oferta gastronómica de la ciudad.

La increíble historia de la pareja que, sin ninguna experiencia en el rubro, creó Café París y marcó un hito en la gastronomía posadeña

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Cualquiera puede poner un bar o una cafetería sin contar con mucha experiencia en el rubro. ¿Pero puede alguien convertir a ese lugar en un hito de la gastronomía de una ciudad?
Esta es la increíble historia de un tornero de Avellaneda y una contadora de Posadas, que se cruzaron en una playa de la Costa Atlántica hace unos años y casi al mismo tiempo: se casaron, se mudaron a Misiones, tuvieron dos hijos y crearon un lugar que marcó un estilo e influyó en un rubro que cambió para siempre en la ciudad.
Marcelo Tronzano (34 años) y Silvia Borjas (31), son los fundadores y dueños de Café París que este mes cumple cinco años de existencia. Su historia llama la atención por varios motivos. Les iba a bien cada uno en lo suyo. El era hijo y nieto de torneros en Avellaneda, esa localidad pegada a la Capital Federal y dividida solo por el Riachuelo. Le encantaba la tornería, pero los padres querían otra cosa para su futuro y se recibió de Licenciado en Comercio Exterior.
Ella se recibió de contadora en la UNaM. Estuvieron como cinco años de novios a la distancia, alternándose para viajar para verse cada dos meses. Hasta que Silvia se fue a Buenos Aires a trabajar en PriceWaterhouse, una de las cinco grandes consultoras de contabilidad del mundo, donde le iba bien y trataba con ejecutivos de empresas importantes.
El bonaerense y la posadeña se conocieron hace 12 años en San Bernardo, playa distante a 150 kilómetros de Mar del Plata. El tenía 21 y ella 18. Si existen las almas gemelas, acá debería haber dos. Actúan como si acabaran de conocerse. Cuando uno habla, el otro escucha con una atención total y siempre con una media sonrisa en el rostro. Durante la charla por cualquier motivo se tocan el brazo, el hombro o una mano. Cuando le pedimos que posen para unas fotos, Silvia busca el abrazo de Marcelo.
Su historia juntos, por lo que cuentan -y por lo que se ve-, es tan interesante como su historia emprendedora, que aquí pasamos a detallar.
¿Cómo pasaron del torno y la contabilidad de grandes empresas a un bar?
“Para nosotros fue algo muy complicado, mi abuelo y mi papá trabajaron en el mismo lugar 40 años, en una tornería, yo trabajaba con ellos. Eran personas que iban a lo seguro. La mamá de ella trabajó 37 años en el California, siempre en el mismo laburo. Nosotros queríamos algo distinto para nuestra vida”, explicó Marcelo.
Al tiempo de estar en Buenos Aires decidieron casarse y se fueron de Luna de Miel a Europa por unos 40 días, en ese viaje empezaron a darle forma a la idea de poner un café. “Por supuesto estuvimos en Paris y nos encantó”, dicen juntos, riendo.
Un punto interesante de su historia emprendedora es el tiempo que le dedicaron a capacitarse antes de abrir su negocio. El proceso de aprendizaje arrancó años antes. Los dos hicieron cursos de repostería. Marcelo también hizo el curso de barista, como se llama al especialista en hacer café expreso.
“Nuestro café es único, orgánico y seleccionado, lo traemos de tres países. Sale mucho más caro que las marcas más corrientes del mercado, pero es una marca distintiva, así como también la forma de preparar el café. En general, en muchos lugares tienden a hacerlo muy caliente, a quemarlo”, explica con entusiasmo.
En paralelo con la idea de poner en emprendimiento, también empezaron a pensar en la familia que querían formar y eso les reforzó su convicción de venir a Misiones.
Familia y mudanza
“Buenos Aires no era un lugar para quedarnos. Nosotros que vivíamos en Capital, sabíamos lo que era, además esa sensación de inseguridad la teníamos todo el tiempo. Buenos Aires está muy bien para vivir de joven, no para formar una familia”, explicó Marcelo, que es quien lleva la voz cantante. Al mismo tiempo que abrieron y consolidaron Café París, Silvia y Marcelo tuvieron dos hijos. Bruno y Paula, de 2 y 4 años, respectivamente.
Marcelo y Silvia visitaron la redacción de Economis esta semana y trajeron algunas de las tortas que ellos mismos preparan cada día para agasajar a sus clientes. Muffins, lemon pie, galletitas de vainilla con chocolate, cuadrados de dulce de leche; de manzana y canela. “Es todo artesanal, todo lo hacemos nosotros, pero nuestra especialidad es la medialuna”, explican.
Cómo es Café París
Café París –para quien no lo conoce- es un bar situado en Buenos Aires casi San Martin, frente al colegio Santa María. Tiene dos puntos que lo hacían muy distinto a los demás, sobre todo al momento que abrió sus puertas: la ambientación y la oferta gastronómica. Hoy hay muchos bares que tiene detalles que Café París trajo a la ciudad por primera vez.
“Nosotros vimos que no había acá un lugar donde ir a tomar un café o el té fuera una salida en sí misma”, explica Marcelo.
Entre los dos fueron tomando cosas de los lugares que les gustaban, incluidos los cafés y bares que visitaron en su Luna de Miel por el Viejo Mundo. Y lograron una atmósfera muy especial.
Lo otro que marcó a Café París es la calidad de su repostería. Marcelo dice que su especialidad es la medialuna, una croissant grande, dulce, que vale al menos por dos medialunas normales. Pero también destacan en su oferta las delicias como las que trajeron a Economis. Pero en primer lugar está el esmero en hacer el mejor café. Si uno pide en París un café con leche o espuma, se sorprenderá con la presentación.
Estos emprendedores prefieren resignar una buena parte del margen de ganancia para tener el mejor café de la ciudad. Compran un café a 1200 pesos el kilo mientras otros bares ofrecen marcas a un costo muy inferior. “Creo que tenemos el precio más barato para la calidad que ofrecemos”, señala.
Además, a pesar de que tienen clientes fieles, nunca se “tentaron” con ofrecer almuerzos o cenar, a pesar de que se los pidieron muchas veces los clientes.
Los comienzos fueron difíciles y los dos tenían miedo. Ellos estaban ahorrando pero se daban cuenta que no les alcanzaba y justo una abuela de Silvia falleció y les heredó una suma que completaba el capital que necesitan.
Ellos compraron todas las máquinas y aparatos necesarios en Buenos Aires, trataron de economizar hasta lo último. Hasta que un día dijeron vamos y se vinieron con todo, mudanza incluida. Estaban haciendo todo al mismo tiempo, desembarcar en Posadas y abrir el café.
Marcelo, con sus conocimientos de tornería fabricó las mesas del Café París y otros elementos del lugar. Abrieron sin empleados, porque no tenían plata para pagarles ni tampoco clientes para saber si los iban a necesitar. Silvia iba a la cocina y Marcelo atendía las mesas.
Tuvieron éxito casi inmediato y con el tiempo fueron incorporando personal. Hace poco ganaron una distinción de la Confederación Económica de Misiones (CEM) que los destacó como jóvenes emprendedores.

La contadora y el tornero, que abrieron un café que marcó un hito en la oferta gastronómica de la ciudad.

 

Empleados, división de tareas y balance entre familia y trabajo

Algunas frases de Silvia y Marcelo que pueden interesar a futuros emprendedores

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Silvia: Abrimos a las 6 y no nos resultó. Entonces empezamos yo a cocinar a la mañana y él atendía sólo, y a la tarde los dos atendiendo. Él siempre hacía café y yo atendía. La gente nos fue superando nuestra producción, nuestra fuerza, entonces empezamos primero los fines de semana con una chica, todas las mañanas. Cuando yo quedé embaraza, llamamos a un chico y ahí fuimos incorporando más gente”.

Silvia: “Hoy en día él es el maestro pastelero del café, el hace casi todo, tiene sus ayudantes por supuesto, su mano derecha, y yo me encargo de adelante, la administración, de los chicos, la decoración”.

Marcelo: Toda esa combinación, nos hizo que, como pareja, como familia, como comerciantes, como dueños, como todo, sigamos adelante y de pie. Yo recomiendo siempre primero fortalecer y después emprender. Fortalecer la relación, la idea de lo que quieren hacer”

Marcelo: Nosotros estamos almorzando, o cenando con los chicos y estamos hablando del café. Es algo para lo que hay que estar preparados, hay gente que lo ve como algo lindo, y tiene muchas partes que no. Nos hemos agarrado varias veces porque tenemos muchas diferencias (risas).

Marcelo: “Hay dos formas de encarar la crisis, sentarte a esperar que vengan tiempos mejores, o vos hacer lo mejor que puedas. Por supuesto empezás a bajar los gastos, empezar a regular bien lo que necesitamos, uno se empieza a achicar, hasta que no te queda otra que subir el precio si no querés resignar calidad. Pero en todo el año pasado, subimos 10 pesos el café”.

Marcelo: Hay un momento en la vida del emprendedor que tiene que elegir que es: hasta dónde quiere llegar, qué es lo que vos querés para tu vida. El costo de llegar a mucho es muy grande, porque es pasarte los mejores años de tu vida dedicada al trabajo, y nosotros siempre estamos entre eso y la familia. Entre qué queremos ser, ¿quiero tener 250 sucursales en el país? Yo hoy no te puedo decir que sí. Sí me imagino, siempre innovando, haciendo las cosas con cariño.

 

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