Energía como vulgar mercancía o como insumo estratégico clave

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Esto no es simple retórica, es la piedra angular para sustentar el desarrollo socio económico autosostenible, en la imprescindible etapa post neoliberal, que se supone y espera, sea la que resurja con fuerza y con no pocas dificultades de implementación, a consecuencia de las ya muy próximas elecciones.
Desarrollo que el desastre generalizado e intencionalmente perpetrado, que en su nefasta hondura logró relegar a un segundo plano al elemental objetivo del desarrollo, suplantándolo por el más limitado e insuficiente concepto de crecimiento, pero esto último y como algo utópico e inalcanzable, en el desmadre generalizado, industricidio alevoso y brutal exclusión social a niveles de genocidio económico, que hace caer al PBI como en las peores épocas oligárquicas de Argentina.
El desarrollo socio económico, concepto amplio e integrador, necesita abundante, económica y segura provisión de Energía, en todas sus formas, como indudable insumo estratégico esencial. Esa idea fuerza esencial, está en franca oposición a la muy superficial y nada inocente concepción de los liberales (doctrina apátrida y perniciosa por definición y por aplicación), pues los personeros del liberalismo y los de las muy poderosas petroleras y gasíferas anglosajonas, además de sectores también muy poderosos vinculados a ellos, sostienen con absoluta prescindencia de toda consideración patriótica y de toda ética humana, que la energía es simplemente otro bien transable, cuyos precios deberían –según esos agentes de la extranjería y sus subordinados locales-,” ser “regulados” (léase manejados a discreción), por “los mercados”, y además dolarizados.
Por supuesto mencionar a “los mercados” es un eufemismo que implica el poder excluyente de sus propias corporaciones, con exclusión total de toda intervención estatal y de los consumidores.
Al Estado lo conciben solo como marioneta cooptada y manejada a discreción por las corporaciones petroleras, gasíferas, generadoras y transportadoras de energía, y otros asociados menores a esos grupos oligopólicos excluyentes.
Los consumidores, como rehenes de ese esquema de expoliación llevado a los peores niveles de exclusión social inmisericorde y carente de toda vocación de servicio con visión de futuro, como ocurre por caso en el Sector Eléctrico, en el que las inversiones brillan por sus ausencias, mientras se distribuyen jugosos dividendos de volúmenes escandalosos.
La infame metodología de dolarizar las tarifas, no es más que la reedición “adecuada” del accionar que las petroleras anglosajonas aplicaban en Argentina en la primera mitad del siglo XX, cuando alegaban la “necesidad” de tomar como referencias los costos de extracción y refinación de petróleo de Persia (actual Irán) y Medio Oriente, pese a que los costos argentinos –en pesos- eran sensiblemente menores, excepto para la importación del crudo, que solo parcialmente era argentino.
La muy eficiente YPF, creada por Yrigoyen y manejada con capacidad, probidad y patriotismo por los Generales Ingenieros Mosconi y Baldrich (en épocas en que El Ejército tenía mentalidad predominantemente nacional, no siendo el pastiche informe en que lo degradaron desde 1955 en adelante), se transformó rápidamente en la principal empresa petrolera en Argentina, siendo además la primera petrolera estatal del mundo.
Rebajó los precios de naftas, lubricantes y otros productos, abasteciendo a todo el territorio continental nacional, y pese a los agoreros privatistas, tuvo importantes utilidades con las que autofinanció su crecimiento. Todo eso en el período 1922-1930.
Con la irrupción del golpe de Estado de 1930, perpetrado bajo fachada de cierto “nacionalismo” clasista y elitista (con Uriburu como cabeza visible), pronto se mostró su real rostro, pasando a ser la década infame, manejada por la “gerentecracia” (gobierno de gerentes) de empresas británicas (Federico Pinedo, Guillermo Leguizamón –el “lord catamarqueño-, Luis Duhau y otros); y por la vieja y retrógrada oligarquía, de la cual en ese período, el más “destacado” posiblemente fue el ludópata “Julito” Roca, hijo del insigne General; y como cabeza visible de los militares cipayos (liberales a ultranza) el General Agustín Pedro Justo, el de la eterna falsa sonrisa.
Como “datito” es de recordar que Pinedo y Duhau fueron señalados como instigadores del asesinato del Senador Enzo Bordabehere, que cubrió con su cuerpo a su amigo Lisandro de La Torre, que era el destinatario del atentado, en plena sesión del Congreso Nacional. Eran las “perlitas” de la década infame.
Ese golpe de Estado, previa campaña mediática de “condena” por presuntos falaces ilícitos, encarceló a Yrigoyen y a Baldrich (entre muchos otros), exaltando a las turbas a destrozar la humilde vivienda de Yrigoyen buscando lingotes de oro inexistentes en las paredes (algo como las palas mecánicas buscando “contenedores con oro” en La Patagonia, en ampulosos y huecos operativos mediático – judiciales contra Cristina Fernández). Además persiguió a Mosconi, quien murió poco después en total austeridad.
El golpe tuvo fuerte olor a petróleo, como precisaron diversos historiadores y escritores de fuste, como José Luis Torres, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, José María Rosa, otros patriotas de FORJA y varios más. El objetivo era frenar la positiva expansión de YPF quitando relevancia al Estado Argentino, y “racionalizar” los precios de los combustibles, llevándolos a valores internacionales, injustificados bajo los moderados costos argentinos.
Antes era “establecer valores internacionales”, ahora es “dolarizar”, dos formas “elegantes” de institucionalizar el saqueo a los consumidores argentinos. Siempre con los liberales como perpetradores.
Con el advenimiento del peronismo, doctrina claramente nacional argentinista (que los anglosajones y los cipayos locales intentaron descalificar bajo falaces acusaciones de “nazismo”, “fascismo”, “dictadura” y toda la parafernalia de agresiones de baja estofa), la Energía se puso al servicio del desarrollo nacional, implementándose un amplio accionar, que incluyó las creaciones de Gas del Estado, Agua y Energía Eléctrica, Yacimientos Carboníferos Fiscales y la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Claramente se buscó diversificar la matriz energética, que era totalmente petro-dependiente, y a la vez impulsar fuertemente el desarrollo tecnológico nacional, como factor de tracción del desarrollo industrial y tecnológico general.
Sucesivos gobiernos liberales (o sea apátridas), llegados al poder antes vía golpes de Estado, a fines de los ’80 mediante una enorme traición política, así como en el reciente 2015 mediante un gigantesco operativo de periodismo de guerra, y antes en el alfonsinato infiltrándose en sectores supuestamente nacionales y populares; en todos los casos fueron muy afines a los intereses de las petroleras anglosajonas, poniendo trabas de todo tipo al desarrollo hidroeléctrico y nuclear nacional, así como al relativamente marginal del sector carbonífero nacional. La única excepción fue el golpe de Estado de 1966, que fue un curioso mix de sectores liberales con nacionales elitistas, pero describir esto requeriría al menos un artículo específico.
Fue una constante que YPF haya sido manejada por personeros de las petroleras anglosajonas y/o por privatistas a ultranza, en los muchos gobiernos liberales, desde 1955 en adelante. Eso es como poner al zorro a cuidar al gallinero, dicho en forma coloquial. Entonces les era fácil despotricar contra la “ineficiencia” de YPF y del Estado en general, cuando todo era manejado por dogmáticos privatistas liberales.
En las décadas del ’80 y ’90 surgieron con mucha fuerza y mucha chequera para comprar espacios y voluntades, nuevos y agresivos actores, bajo el formato de ONGs “ecologistas”, que se dedicaron a denostar con falsos o tergiversados argumentos, a las generaciones hidroeléctrica y nuclear, mientras instalaban la “conveniencia” y “necesidad” de impulsar las falazmente llamadas “energías limpias”, básicamente la solar y la eólica. Y por cierto eso no fue inocente ni casual.
Esas ONGs “ecologistas” son expertas en captar incautos y fanatizarlos en grado superlativo, usándolos luego como fuerzas de choque para producir hechos con gran impacto mediático, como la “toma” de la nuclear Atucha I, una de cuyas edificaciones fue escalada y profusamente fotografiada por esos activistas.
También es de recordar el operativo de hostigamiento a una petrolera rusa en el Ártico, utilizando para la fantochada a una carilinda activista argentina. Pero como Rusia no se anda con chiquitas, fueron arrestados y encarcelados.
Los profusos mensajes de una supuesta “inminente” crisis ambiental mundial, con gran despliegue mediático, difundidos por pseudo científicos, en operativos después desmentidos por algunos de los iniciadores del movimiento ecologista, desencantados con el perfil escandaloso y nada científico de esas supuestas irreversibles predicciones catastróficas; todos esos mensajes fueron las apoyaturas de las ONGs (en su mayoría británicas, de EEUU y de la UE), que bajo la cobertura de la supuesta catástrofe ambiental mundial, pergeñaron e impusieron la difusión masiva de la nociva idea – fuerza del crecimiento cero; lo cual va unido a la promoción a ultranza y al como sea, de las falaces (pues no lo son) “energías limpias”; y por supuesto, la idea de frenar el desarrollo, tiene caracteres de fuerte genocidio económico, pues no soluciona e incluso acentúa los males de la miseria.
Fue ocultado pero fácil de advertir, que los vocingleros y agresivos mensajes de las ONGs “ecologistas”, en poco y nada mencionaron al rol contaminante de la generación termoeléctrica en base a petróleo y gas, pese a ser uno de los mayores focos de contaminación a escala mundial. ¿Por qué esa omisión? Después circularon fuertes versiones acerca de las vinculaciones de las ONGs “ecologistas” con petroleras y gasíferas, incluyendo aportes financieros. ¿Casualidades o causalidades de los densos silencios de esos tendenciosos “ecologistas”?
También se omitió que por las insalvables intermitencias y fluctuaciones, que son limitaciones técnicas de las energías “renovables”, deben funcionar con el respaldo “en caliente” (o sea funcionando en vacío), de centrales eléctricas convencionales, principalmente en base a petróleo o gas. Eso echa por tierra la supuesta “limpieza” de eólicas y solares, pero no es la única causa de contaminación de esas generaciones presentadas como las panaceas de “lo ecológico”.
Otro tema no menor es el de los muy altos costos por kWh de las eólicas y solares, amén de las muchas prebendas que exigen, mediante presiones de todo tipo.
No es nada inocente, que los personeros de la ONGs “ecologistas” son feroces críticos de gobiernos de orientación nacional y popular, obstaculizando adrede y maliciosamente el desarrollo, mientras que en cambio son asiduos colaborares de gobiernos neoliberales, que son elitistas y destructores seriales del desarrollo socio económico.
Esos activistas del ecologismo cavernario, son activos soportes de gobiernos neoliberales, con individuos como el CEO y accionista de Shell, puesto a Ministro de Energía, J.J. Aranguren, el mismo que implementó los brutales tarifazos, despreciando toda consideración social y de desarrollo que debe desempeñar la Energía, centrándose pura y exclusivamente en garantizar utilidades descomunalmente obscenas a petroleras, gasíferas y proveedores de energía eléctrica.
El ecologismo cavernario promueve energías caras y de muy baja calidad, como las eólicas y solares, desentendiéndose de reales consideraciones sociales, como el justo acceso a la energía a todo el pueblo; a la vez que pasivamente guarda silencio respecto a los aspectos ambientalmente negativos de petroleras y gasíferas. Estas últimas, son energías que necesitamos, pero disminuyendo el altísimo grado de dependencia que respecto a ellas demuestran nuestras matrices Energética y Eléctrica.
El tema no se agota, y se continuará en otro artículo, Dios mediante.

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