El Macri de Schrödinger
Argentina está en una situación muy delicada en términos económicos y es 100% responsabilidad de Cambiemos. Somos muchxs quienes venimos alertando sobre esta crisis autoinfligida.
De las PASO a hoy se aceleró un proceso económico que no empezó el 12 de agosto, sino que viene desde tiempo atrás y que responde al proyecto económico de Cambiemos. Además, con la entrada del FMI a la escena local y una batería de políticas más restringidas aún, el gobierno terminó de dinamitar toda posibilidad de recuperar una senda de crecimiento, ni hablar de desarrollo económico. Se cansaron de repetir que “el único camino” era el que estaban transitando, de ajuste y apertura financiera indiscriminada. Este camino llevó a duplicar las proyecciones de caída económica en pocos meses, devaluar la moneda, multiplicar la inflación, llevarse puestos los salarios y empeorar absolutamente todos los indicadores sociales.
La situación actual no es culpa de los votos, como dijo encendido Macri el día después de su derrota en las urnas. La situación actual es resultado de un plan económico diseñado y ejecutado por los equipos de Sturzenegger, Caputo y Sandleris en el BCRA y de Dujovne en Hacienda. Incluso, está todo tan pendiente de un hilo y delicado, que nos quitaron la posibilidad de debatir medidas, ideas, programas y plataformas en el momento electoral.
El mercado es Dios y vos sos solo una falla
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) tiene como una de sus responsabilidades sostener el valor de la moneda, pero como bien explica Martín Guzmán en esta nota, las medidas que puede tomar frente a una corrida cambiaria como la de estos días no son infinitas.
En principio, cuando se disparó el tipo de cambio, el BCRA subió la tasa de interés de las Leliq, de manera de que no sobren pesos en el mercado (que se puedan ir a compra de dólares o consumo). Pero lo hizo a un nivel demasiado alto (~75%) y que no es sostenible en el tiempo. Una tasa de interés tan alta implica menos pesos circulando. La escasez de crédito encarece cualquier inversión, eso hace que la inversión no suceda (o caiga) y por tanto no se genere empleo. Es decir, una tasa de interés tan alta detiene la economía, es recesiva. En un contexto en que la economía viene cayendo, no ayuda demasiado. Al mismo tiempo, el efecto de su suba es cada vez menor para contener expectativas negativas o servir de incentivo a no dolarizar.
Por otro lado, el BCRA puede inyectar dólares para que haya más disponibilidad en el mercado y su precio no se dispare tanto, pero eso debilita las reservas. Si bien todavía hay margen en términos de solvencia, es un camino peligroso dado que finalmente se está financiando una burbuja especulativa: ¿Cuál es el techo? ¿Hasta donde se puede dejar crecer el dólar? ¿Cuánta plata va a quemar el BCRA para contenerlo? ¿Es razonable financiar la fuga con estos recursos del Estado?
Otro factor que juega en estos contextos es el de las expectativas de cómo será el futuro. Si yo pienso que a fin de año mi salario se va a mantener y los precios se van a duplicar, entonces voy a buscar una manera de protegerme de esa pérdida de poder adquisitivo. Puede ser guardar todo el excedente de dinero que tenga en un activo financiero que me de rendimientos, o al menos mantenga el poder adquisitivo (bonos, acciones, plazos fijos, etc), comprar dólares, o simplemente adelantar consumos (llenar la alacena). Es decir, si las expectativas son de devaluación y/o inflación, lo lógico es que la gente quiera adelantar compras de bienes, comprar dólares para cubrirse. O bien, que quienes tienen bonos o inversiones en un país en el cual el rendimiento futuro de ellas va a caer, se quieran ir en busca de nuevos horizontes.
En un contexto como el actual, la fuga de divisas y la incertidumbre frente a un gobierno que no muestra solidez ni capacidad para manejar la crisis generó nerviosismo y comportamientos que hicieron que mucha gente retire sus depósitos, o se pase de pesos a dólares. Pero aquí vale la pena señalar que quienes realmente inclinan la cancha no son los pequeños ahorristas queriendo poner a salvo su esfuerzo monetizado, sino los grandes jugadores, esos “mercados” que de tanta abstracción parecen un ente de otro universo pero no: son bancos, son empresas, son especuladores.
Cambiemos el modelo
Las PASO tuvieron efecto sobre el modelo económico de Cambiemos. Las primeras medidas que anunció Macri buscaron contener el impacto de la inflación que ya generó la violenta devaluación post PASO. Se eliminaron impuestos a alimentos básicos y se otorgaron bonos varios o descuentos impositivos para más de 17 millones de trabajadores, alguna que otra reprogramación de deuda para las Pymes. Estas medidas paliativas tardías e insuficientes mostraron la primera señal de que Cambiemos empezaba a tomar nota de que si seguían en el mismo rumbo el aterrizaje sería más brusco aún. El manotazo de ahogado por supuesto fue torpe, y el plan generó bastantes críticas dado que no se analizó en profundidad ni se conversó con las provincias (que se verán afectadas presupuestariamente por algunas de ellas). Además, causó la primera ¿víctima?: Nicolás Dujovne, el ministro del ajuste y el chocoarroz dejó su cargo en Hacienda. Probablemente esté tomando whisky en su “terreno baldío”, ese con el que evadió impuestos, y disfrutando de vacaciones pagas con el aumento de su patrimonio y todo su dinero a salvo en cuentas del exterior. En su lugar, entró Hernán Lacunza, quien fuera ministro de economía de la Provincia de Buenos Aires junto a Vidal. Lacunza tuvo que interrumpir sus vacaciones y tardes de ski para hacerse cargo de continuar el tránsito hacia ¿octubre?.
En casi cuatro años de Cambiemos aprendimos todo un vocabulario gestado por los expertos de las comunicaciones: lluvia de inversiones, brotes verdes, segundo semestre, crecimiento invisible, tormenta, pasaron cosas, te vas a enamorar de Christine, pacto de caballeros, reperfilamiento. Lo que se anunció luego hoy (domingo) son controles de cambio, una especie de cepo pero con buenos modales, que se suman a los reperfilamientos de deuda en diferentes niveles. Son medidas que buscan patear la pelota para adelante, postergando vencimientos y también evitando que mañana, lunes, haya otra vez una fuga de divisas como la del viernes pasado que tuvo niveles que amenazaban la sostenibilidad en el corto plazo. ¿Estas medidas son buenas? Ni buenas ni malas, a esta altura podríamos decir que se dieron cuenta lo suficientemente tarde. El daño, lamentablemente, ya está hecho y una vez que pasen estos días de pánico y locura en las venas van a empezar a aparecer las imágenes crudas de lo que derribó a su paso el huracán Mauricio.
A todo esto, Cambiemos firmó un acuerdo con el FMI en el que se compromete con una serie de medidas y objetivos. En estos días tienen que decidir si se hace un nuevo desembolso… Por más matemagia que le pongan a las planillas de excel, es difícil que lleguen a cumplir algo de aquello con lo que se comprometieron. Habrá que ver cómo sigue esa relación extraña entre dos espacios que hoy están funcionando en modo transición: Macri hacia el próximo gobierno y el FMI hacia su próxima dirección, dado que Christine Lagarde, esa mujer de la que todos los argentinos se iban a enamorar, renunció a su cargo para irse a Europa.
¿Pero hacia dónde va todo esto? Leí algunas fantasías por ahí, así como al pasar, de que si explota todo ahora después entra Alberto y queda como un campeón. Un salvador que empieza a recoger los frutos de la otra siembra invisible de esas que nos vienen prometiendo para los segundos semestres. La verdad es a esta altura ya está todo bastante explotado en el corto y mediano plazo. Argentina va por su 2do a 3er año de recesión (si consideramos el 2020 que ya está perdido). La administración pública de la miseria no es un buen momento para ningún gobierno y el 2020 no promete ser un año de grandes noticias. Por otra parte, es difícil pensar en un paralelismo con 2003 (como fantasean algunes) porque entre los principales socios comerciales de Argentina están Brasil y China, y ambos países están pasando por mal momento económico. Estas últimas semanas las bolsas de todo el mundo oscilaron con grandes bajas por las expectativas de caída de la actividad económica a nivel mundial. China bate récords en picada industrial y a plena batalla comercial con USA. Muy distinta la situación con aquellas “tasas chinas” que conocimos en el pasado. El pronóstico de poco crecimiento global ensombrece expectativas. No se vislumbra un milagro sojero o boom de las commodities. A diferencia del recordado 2001, y la posterior entrada de Néstor Kirchner al gobierno, no hay una expectativa de rebote tan grande.
Se habla también de ponerle plata en el bolsillo a la gente para que, vía demanda, se reactive el motor de producción de la economía. Esta es una idea clásica de multiplicador, pero para la que se necesita dinero. ¿Volverá la emisión monetaria? ¿Volverán a activarse nuevos (viejos) mecanismos de inflación? ¿Cuánto impulso se necesita para subir la colina? Suspenso.
¿Vamos a volver?
El próximo equipo económico que asuma tendrá grandes responsabilidades. La más importante sin duda será remover escombros y levantar caídos. Eso implica generar mecanismos y políticas que contengan, amortigüen y alivianen los efectos que todavía quedan pendientes para la economía de los próximos meses. Tendrá que ser creativo, dado que los recursos son muy limitados.
Pero lo que es realmente urgente es pensar/repensar un modelo económico nuevo. El “vamos a volver” puede ser una canción pegadiza pero lo que es seguro es que no se puede volver al modelo económico anterior, que también estaba agotado. No es una opción. Se repiten mantras industrializantes que miran a proyectos fracasados una y cien veces en el pasado, frente a un mundo que está cambiando su dinámica de funcionamiento. El futuro del trabajo se filtra en el presente de la pobreza y la precarización bajo la forma de apps de explotación laboral, que te dan la oportunidad de acceder a ese alfajor que te olvidaste antes de meterte en la cama a ver Netflix. Todo a un click de distancia.
Necesitamos incorporar otras perspectivas: el feminismo y el ecologismo no son lujos que nos podemos dar cuando todo pase. Quienes más sufren el impacto de la crisis son las mujeres, porque son las que peores condiciones de empleo enfrentan, tienen menores salarios y se cargan con los cuidados en una sociedad que redobla sus necesidades de contención cuando la pobreza explota. No se puede seguir pensando el país en mesas de discusión de todos varones. El feminismo y el ecologismo son herramientas de redistribución de la riqueza social. Y ahí es donde tenemos que ponernos firmes para pensar cuál es el rol que van a tener las mujeres en un esquema productivo. Así también, es ineludible e impostergable diseñar un modelo en el cual Vaca Muerta, el uso intensivo de agroquímicos, la deforestación, la minería a cielo abierto vayan quedando atrás. Ese no es el futuro, ni en Argentina ni en ningún lugar del mundo. La salida de la crisis no puede ser pagada con nuestra calidad de vida y la de nuestros hijes.
Lo que está pasando hoy no es ni el modelo Macri, ni el modelo Alberto. La economía está en una especie de superposición transitoria de dos visiones antagónicas y excluyentes. La diferencia con la explicación del Gato de Schrödinger es que en el caso de Macri, ya sabemos que cuando abramos la caja el modelo Cambiemos estará muerto.
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¿Se viene una hiperinflación?
Cavallo dice que hay riesgo de hiper. Gran parte de los analistas económicos, no obstante, lo niega. Recordemos que una hiper implica una inflación mensual superior al 30%. Estamos hablando de movimientos de precios realmente muy grandes. Quienes vivimos esa época tenemos recuerdos bien vívidos. Hoy no parecemos estar frente a esto…
¿Se viene un corralito?
El corralito fue una medida que se dio en un contexto muy diferente al actual. En ese entonces se encontraba vigente la convertibilidad, una regla monetaria que exigía que para emitir un peso el BCRA tenía que tener de respaldo un dólar (algo masomenos así). Lo que hicieron entonces los ideólogos de la convertibilidad para esquivar sus propias limitaciones fue emitir distintas monedas/bonos provinciales. En la Argentina del 2001 hubo más de 15 cuasi/pseudo monedas (patacones, lecop, cecacor, lecor, federal, y muchas otras más) de carácter nacional o provincial. En general se usaban para pagar sueldos. Servían para que el consumo no se hiciera percha en medio de la recesión. La convertibilidad y el corralito fueron de la mano, porque para romper con esa regla monetaria había que romper también con la relación 1 a 1 entre el peso y el dólar. Eso significaba que quienes tenían ahorros en dólares, verían esos ahorros pesificados y perderían. Eso provocó que la gente quisiera retirar sus ahorros de los bancos generando una corrida gigantesca que se resolvió mediante la confiscación y pesificación compulsiva, cerrando filas ante el público que se amontonaba frente a los cajeros. Quienes vivimos esa crisis también recordamos las escenas de martillazos a las máquinas en el microcentro porteño.