Cuenta regresiva

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“No se puede vivir con este nivel de inflación que nos mata a todos”. La frase no es de un candidato de la oposición describiendo una obviedad, sino del propio presidente Mauricio Macri, quien antes de llegar al Gobierno, prometía que la inflación iba a ser “de lo más fácil de resolver”. 

Lejos de eso, la inflación en su administración duplica a la que persistía durante el mandato de Cristina Fernández. La ex presidenta, en ocho años, acumuló una suba de precios de 302 por ciento. Macri, en la mitad, promediará 300 por ciento.

La inflación de septiembre, con 5,9 por ciento fue la más alta del año, por el efecto de la devaluación del 11 de agosto y acumula un alza de 37,7 por ciento en lo que va del año y 53,5 por ciento interanual. 

Entre agosto y septiembre, la suba de precios fue del diez por ciento, pero aunque el número asusta, lo cierto es que desde 2017, cuando el Indec recuperó “transparencia”, sólo en nueve meses hubo una inflación menor al dos por ciento.  

Serán récords 2018 y 2019 de acumular dos años seguidos con una inflación interanual superior al 50 por ciento, con picos no registrados desde 1991. Ni la salida de la Convertibilidad marcó una inflación tan elevada.  

La consultora Ecolatina anticipa que en el último trimestre la inflación mensual no perforaría el 3% -y promediaría más cerca de 3,5%-, de modo que la inflación anual acumularía no menos de 52% este año. En consecuencia, 2019 marcará un nuevo récord de nominalidad desde el inicio de la Convertibilidad en 1991. La inflación es más pobreza, porque cada vez menos gente llega a cubrir el costo de la canasta básica. A eso se suma el desempleo creciente, un combo difícil de digerir por buena parte de la sociedad. 

“Hemos sido como un alcohólico recurrente con la inflación”. Nuevamente es Macri con una metáfora llamativa, que tiene la particularidad de incluir ahora si, a todos los argentinos en la responsabilidad. Del “será lo más fácil de resolver” a “hemos sido”. La culpa, sino la patria, es del otro. El argumento presidencial es que la inflación es un problema recurrente de los últimos 80 años y por ende, la ineficiencia no es exclusiva. 

Pero no es cierto que la Argentina haya vivido con una inflación elevada en promedio. Los 90 lo desmienten y durante muchos otros períodos, la inflación fue más baja que durante los últimos cuatro años, como durante el kirchnerismo. Las hiperinflaciones, obviamente, rompen la estadística.  

La culpa es de esa mujer… Es como si le dieras la administración de la tarjeta (de crédito) a tu mujer, ella gasta y gasta… Y un día vienen a hipotecar tu casa”, explica, convencido, Macri, de que el “populismo” es como esa mujer. 

La obvia reacción social, le hizo salir a pedir disculpas, pero ese es su innegable modo de ver las cosas. El populismo es la causa de todos los males. 

Pero las reacciones populares contra el ajuste parecen comenzar a poner un techo a la paciencia. Como contracara, el sobreviviente de la década populista en América Latina, Evo Morales, mantiene a Bolivia en crecimiento y la población por debajo de la línea de la pobreza se redujo de 63% a 35% entre 2005 y 2018, de acuerdo con el Banco Mundial. Este domingo el primer presidente indígena, irá por otra reelección y es, casi un hecho que la conseguirá. Evo también puede dar lecciones a sus pares del bando “populista”: ya prepara a sus sucesores, ya que anunció que será su último mandato. 

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A unos pocos kilómetros, en Ecuador las manifestaciones obligaron al presidente Lenin Moreno a dar marcha atrás con un brutal incremento del combustible o las de Chile, donde los jóvenes se pusieron al frente de una rebelión contra de la suba del boleto del subte -a 70 pesos el tramo más extenso-, marcan a las claras que la paciencia con los impolutos republicanismos apadrinados por Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, parece estar llegando a un límite. 

En la Argentina ese límite puede llegar a través de las urnas en las primarias, apenas dos años después de que Cambiemos se impusiera en casi todas las elecciones del país. Nada indica que el humor social haya cambiado desde agosto. Por el contrario, la diferencia parece estar ampliándose a más de 20 puntos, pese a la marcha de las 30 ciudades y las promesas apuradas de las últimas semanas. 

Una encuesta de la consultora Proyección, ubica como principales preocupaciones en la Argentina al desempleo, la pobreza, la inflación y el endeudamiento: 63 por ciento en total. El 64 califica con un aplazado a la gestión de Macri y el 62 por ciento sostiene que en lugar de tantas marchas del “Sí se puede”, el Presidente debería dedicarse a gobernar.

Lo mismo piensa el FMI. Kristalina Georgieva, la nueva mandamás del organismo, no parece ser tan benevolente como Christine Lagarde. Está todo bien, pero vamos a esperar el resultado de las elecciones, dijo la economista cuando le preguntaron sobre el envío de los 5.400 millones de dólares que Macri espera como un poco de oxígeno sobre el fin de su mandato.

De todos modos, al cierre de esta columna Macri encabezaba la marcha más contundente, en Capital Federal, donde nació el PRO y germinó Cambiemos. Es en el territorio en el que mejor se mueve el Presidente, donde está concentrado el mayor número de sus votantes y, como dijo el senador peronista Miguel Ángel Pichetto, quien vino a hacer campaña en Misiones junto a Alfredo Schiavoni y Ramón Puerta: “Macri ha llenado cada plaza del país que ha caminado”.

Se que hay muchos escépticos en el círculo rojo, que dieron todo por terminado en las PASO”, dijo el Presidente en el Coloquio de IDEA, donde un puñado de empresarios se quedó a escucharlo en u videoconferencia. No dio ninguna pista de recuperación económica, pero insistió en la necesidad de “más tiempo”.

Pero los que no tienen más tiempo son los propios empresarios. El presidente de Swiss Medical Group, Claudio Belocopitt, otrora votante de Cambiemos, se mostró desilusionado por la gestión actual y admitió que le fue “pésimamente mal”.

“Es cierto y hay que decirlo, que este apoyo, esta ilusión y esta idea de cambio que creía yo, se hizo añicos porque estamos terminando de la peor manera”, apuntó.

La Asociación de Empresarios Nacionales, que no es invitada VIP del coloquio de IDEA coincide en el diagnóstico: solo el 17% de las pymes tiene rentabilidad positiva y un 90,1% de los empresarios pymes indicó que la devaluación, que indujo el gobierno nacional, los afectó negativamente.

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La realidad económica es también la de las provincias. Son más los gobernadores que están militando en el Frente de Todos y la foto en La Pampa, donde se celebró el día de la Lealtad en un acto multitudinario con Alberto y Cristina Fernández, mostró la fortaleza del peronismo unido. 

El gobernador Hugo Passalacqua fue uno de los que estuvo en el palco junto al candidato presidencial. El misionero celebró la posibilidad de construir “un país que nos contenga a todos”.
“Es el deseo instalado en el corazón de miles y miles de argentinos. Hoy esa voluntad se hizo nítida nuevamente en este inmenso acto de soberanía política. Hay esperanza!!”, apuntó el mandatario.

Pero no es solo una cuestión política. Las provincias unieron fuerzas en contra del paquete electoral que lanzó el Presidente tras su derrota en agosto. La eliminación del IVA en algunos alimentos de la canasta básica y cambios en Ganancias y Monotributo, generaban un enorme agujero fiscal a las provincias, que fueron a la Corte en una demanda individual que se resolvió de manera colectiva. La Corte les dio la razón y ordenó a la Nación que deje de descontar los impuestos que son coparticipables. Macri hizo caso omiso de la orden cortesana y siguió como si nada, con descuentos y sin la devolución de lo ya recortado. Passalacqua fue nuevamente a la Corte y esta semana, un nuevo fallo descartó dar las “certezas” que reclamaba el Presidente. La Nación debe dejar de descontar sin más dilaciones, pero hasta ahora no hubo novedades. Se entiende, el inquilino no está en la Casa Rosada.

El gobernador electo, Oscar Herrera Ahuad también acompañó a Fernández, pero en el debate que se realizó el domingo pasado. “Es el fortalecimiento del conocimiento de las plataformas electorales. Pero el tiempo no es el necesario para el desarrollo de lo que uno piensa. No se puede hablar de economía en dos minutos. En el debate está el trazo grueso de hacia dónde se camina, por eso destaco la participación de Alberto Fernández en decir qué no va a hacer. Vamos a fomentar el consumo, incentivar líneas de créditos a tasas blandas, mejorar la capacidad productiva, alimentar la producción nacional, honrar los compromisos de la deuda, dan cierta tranquilidad, pero también un enorme compromiso”, enumeró el vicegobernador.

Este domingo, una semana antes de las elecciones, será el turno del segundo debate presidencial. Del primero queda sabor a poco. Apenas una sucesión de mini spots de campaña que bien podría ser grabada que nadie notaría la diferencia. El formato no ayuda a una confrontación de ideas y el tiempo es tirano para explicar modelos económicos, preocupación fundamental de la sociedad. Apenas hubo un par de estocadas llamativas, como la primera que propinó Fernández al presentar a Daniel Scioli en el escenario: “Hace cuatro años hubo un debate presidencial. En ese debate alguien mintió y alguien dijo la verdad. El que mintió es el presidente de la Nación, quien dijo la verdad está sentado aquí en la primera fila (por Daniel Scioli). Yo estoy aquí para decirles la verdad”.

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