Cuando el federalismo duele
Sin lugar a dudas la Argentina se caracteriza por ser un país fundamentalmente centralista, con un “pseudo federalismo” atado siempre, no sólo al uso y abuso de nuestros recursos naturales, sino también a una absurda visión que pareciera suponer que quienes estamos en la Argentina profunda debemos pleitesía al Obelisco y sus alrededores. Todo parecía estar bien, hasta que decidimos pensar distinto.
Mientras tanto e históricamente, nos someten al desmantelamiento de nuestras economías locales con transferencias tardías, dejan nuestras fronteras sin protección, y actúan desinteresadamente respecto de nuestros intereses, pretendiendo que vayamos de rodillas a pedir lo que en verdad nos pertenece.
Sin embargo, y a pesar de las piedras en el camino, la bandera de la Argentina federal sigue flameando gracias a los maestros y maestras que la defienden en cada aula de cualquier rincón de nuestra tierra colorada. Sigue flameando, a pesar del olvido a los pequeños productores, en cada chacra devastada por la crisis yerbatera.
Lo que para el centralismo porteño aparece como “rebeldía”, para las Provincias es ejercicio de sus derechos. Lógicamente, cada actor del plano nacional debe velar por sus intereses, pero pareciera que esto no es del agrado de todos, menos aún cuando un jugador que parece tan pequeño y lejano como Misiones decide ponerse firme en su postura de hacer simplemente lo que más le conviene a los misioneros.
No es sorpresiva la aparición de figuras del arco político que atacan a los representantes de las Provincias cuando ejercen ese federalismo. Sin ir más lejos, parece que así lo fue para a quien le molestó que Misiones obstruya su plan de sancionar una Ley que le permita girar el arco comunicacional a su favor y especular su posición para poder ganar con eso las elecciones legislativas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Qué osadía y atrevimiento violar el deseo de su campaña.
Mientras tanto, aparecen ellos: los medios de comunicación que responden al poder centralista y que, transmitiendo desde Buenos Aires, sin siquiera esforzarse en entender las complejas realidades provinciales, arrojan teorías supuestas de cómo somos en “el interior” y por qué hacemos lo que hacemos.
Se olvidan de que las elecciones locales, son eso: locales. Cada uno en su terruño. Con sus atribuciones, sí, pero sin que eso signifique nacionalizar ninguna contienda. Es por eso que Misiones no emite opinión acerca de las elecciones de Capital Federal, ni sobre las decisiones políticas de quienes hace más de 17 años manejan la Ciudad más rica del país por voto de los porteños.
Se olvidan, también, de que los misioneros tenemos nuestra propia agenda, y enojados exigen que coincida con la suya. Intentan adivinar cómo es nuestra cotidianeidad, pretendiendo que siempre tengamos un accionar conforme a sus creencias y sin tener en cuenta nuestras costumbres, nuestra sociedad y a quiénes elegimos para representarnos y gobernar.
En la misma medida que nos cuesta, nos enorgullece ser misioneros y argentinos. Un pueblo que ha sido denostado por la gran urbe, pero que con nuestras costumbres, nuestra tonada, nuestra tierra colorada y nuestro territorio rodeado en un 90 % por frontera internacional, siempre ha levantado y enaltecido la bandera de la Argentina federal, esa que a los porteños no les importa ¡Pero de eso se trata la democracia, querida Buenos Aires!