«Amar es dialogar e incluir»

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El Evangelio de este domingo (Mt 5, 38-48) señala con definición y claridad que si nos llamamos cristianos tenemos que asumir un estilo de vida, criterios y opciones que muchas veces van a contrapelo de aquello que es habitual en los ambientes en los que estamos como: «el ojo por ojo y diente por diente». El Señor, nos dice que tenemos que tomar la decisión de vivir de otra manera: « Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra» (Mt 5,39). 

Pero el Señor va más allá y pone como exigencia del seguimiento el amor a los enemigos: «Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán Hijos del Padre que está en el cielo…Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?» (Mt 5, 43-46). Si realizamos un auténtico examen de conciencia sobre nuestro estilo de vida y manera de obrar, seguramente en la mayoría de los casos nos podemos encontrar muy lejanos a esta enseñanza y aún peor, quizás podamos sentirla como algo alejada de la realidad y nos parezca imposible ponerla en práctica. Es cierto que en nuestros ambientes laborales, comunitarios o familiares, y aún políticos y sociales, percibimos todo lo contrario a estas enseñanzas del Señor. El «ojo por ojo y el diente por diente», el dañar y vengar a aquel que me genera inseguridad, que capto que no me quiere o me hace daño es la moneda corriente con la que convivimos. Es muy difícil romper con los circuitos de violencia, y la falta de diálogo real, si no hay una conversión que implique cambiar la manera de plantear nuestras relaciones, y el convencimiento que amar es posible, incluso al que aparece como peligroso a mi propia existencia e intereses. Esta violencia, que muchas veces nos escandaliza cuando observamos algunos escenarios sociales y políticos, y que también se expresan en estilos de vida que nos presentan novelas, películas y programas de diversión, ocurren también, en una escala menor seguramente, en nuestras familias, trabajos y pequeñas comunidades cotidianas. El tomar la decisión de amar incluyendo al que no me interesa, me desagrada, o aún al que me daña, nos permite vivir la bienaventuranza que nos dice: «Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados Hijos de Dios» (Mt 5, 9). 

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El sábado 22 de febrero a las 20:00 hs hemos celebrado la Misa en nuestro Seminario «Santo Cura de Ars», dando inicio a las actividades y recibiendo a nuevos jóvenes que ingresaron a nuestro Seminario provenientes de las Diócesis de Oberá, Iguazú y Posadas. Esto desde ya es un motivo de agradecimiento a Dios porque con su gracia nos sigue acompañando en un tema central como es el de las vocaciones sacerdotales. 

Tenemos la certeza del cariño que el pueblo misionero tiene por nuestros seminaristas. También quiero seguir pidiendo la oración de todos como nos enseña el Señor ya que la mies es mucha y los operarios pocos. Seguiremos necesitando rezar por las vocaciones sacerdotales, el apoyo al sostenimiento económico del seminario desde las becas, bonos, donaciones o alimentos. La oración y otras formas de ayuda al tema vocacional nos permiten tener un profundo agradecimiento a Dios y a tantos hermanos que con sus acciones generan signos de esperanza. 

Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo Domingo!

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