Una exhibición revela el rol de Estados Unidos en el golpe militar contra Salvador Allende

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SANTIAGO, New York Times. — Un viejo teléfono de disco suena insistentemente.

Los visitantes de la nueva exposición en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago que levantan el auricular escuchan a dos hombres quejándose amargamente por los lamentos de los medios liberales sobre el golpe militar que había derrocado a Salvador Allende, el presidente socialista de Chile, cinco días antes.

“Pero no se nota nuestra participación esta vez”, dice uno.

“Nosotros no lo hicimos”, responde el otro. “Es decir, los ayudamos”.

La conversación tuvo lugar un domingo de mañana, en septiembre de 1973, entre el expresidente Richard Nixon y su asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger. Ambos estaban hablando de fútbol… y del violento derrocamiento de un gobierno elegido democráticamente a 8000 kilómetros de donde estaban ellos.

Para la exposición, dos actores hispanohablantes recrearon la llamada telefónica grabada con base en una transcripción desclasificada.

La oportunidad de escuchar la llamada es parte de “Secretos de Estado. La historia desclasificada de la dictadura chilena”, una exposición que ofrece a los visitantes una experiencia envolvente de la intervención de Washington en Chile y su relación de diecisiete años con la dictadura militar del general Augusto Pinochet.

Un documento ampliado e iluminado dramáticamente establece el tono de la muestra en la entrada. Es un informe presidencial con fecha del 11 de septiembre de 1973, el día del golpe. Sus párrafos están censurados por completo; cada palabra ha sido oscurecida.

Una galería subterránea iluminada con sutileza guía a los visitantes a través de un laberinto de documentos —informes presidenciales, reportes de inteligencia, cables y memorandos— que describen operaciones secretas y reuniones de inteligencia llevadas a cabo en Chile por parte de Estados Unidos desde los años de Nixon hasta la presidencia de Reagan.

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Peter Kornbluh curó la exhibición, que incluye documentos y memorandos redactados por la CIA. “La importancia de tener estos documentos es que las nuevas generaciones de chilenos pueden verlos”, dijo.CreditTomas Munita for The New York Times

“Hay una arco narrativo que es muy dramático cuando juntas estos documentos”, dijo Peter Kornbluh, el curador de la exposición, analista sénior en el Archivo de Seguridad Nacional en Washington y director de su Proyecto de Documentación de Chile. “Han proporcionado revelaciones y han sido titulares; han sido utilizados como evidencia en acusaciones de derechos humanos y ahora están contribuyendo al veredicto de la historia”.

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En la exposición están a la vista documentos que revelan intercambios secretos acerca de cómo prevenir que el Congreso de Chile ratificara la victoria de Allende en 1970, planes de operaciones encubiertas para desestabilizar su gobierno e informes acerca de un oficial militar chileno que informaba al gobierno estadounidense del próximo golpe y también pedía ayuda.

Hay un cable de la CIA a sus funcionarios en Santiago después de una operación fallida en octubre de 1970 para evitar que Allende tomara el cargo, lo cual hizo ese noviembre. La CIA proporcionó armas para el plan, lo cual dio como resultado el asesinato del comandante en jefe del ejército, el general René Schneider, y la agencia después envió dinero para ayudar a algunos de los conspiradores a escapar del país.

“La estación ha hecho un trabajo excelente de guiar a los chilenos a un punto hoy en día en el que una solución militar es por lo menos una opción para ellos”, dice el cable, en el que se elogia a los oficiales, aunque su complot fue frustrado.

La exposición incluye solo una pequeña muestra de los 23.000 documentos acerca de Chile que la administración de Clinton desclasificó entre 1999 y 2000 en respuesta a las peticiones internacionales de evidencia relacionadas con los crímenes de Pinochet. El antiguo dictador chileno fue arrestado en Londres en octubre de 1998 y esperó su extradición a España para enfrentar un juicio por cargos de violaciones a los derechos humanos durante su mandato.

Puesto que muchos otros países europeos también buscaron la extradición de Pinochet con base en el principio de la jurisdicción universal, Kornbluh, el curador, dirigió una campaña para convencer a la Casa Blanca de publicar registros clasificados que podrían servir en un posible juicio contra Pinochet.

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Documentos sobre Chile de 1968 a 1991 provenientes de siete agencias gubernamentales estadounidenses, algunos de ellos fuertemente censurados, se publicaron como parte del Proyecto de Desclasificación de Chile del Departamento de Estado de Estados Unidos. La mayoría se desclasificó meses después de que Pinochet fuera enviado a casa desde Londres por razones humanitarias, pero aún a tiempo para contribuir con nuevas investigaciones judiciales en Chile.

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En la exhibición pueden verse copias de las primeras planas de docenas de periódicos durante la era de Augusto Pinochet. CreditTomas 

Los registros de la exposición también describen a Pinochet, rastrean la información de inteligencia en torno a la represión brutal patrocinada por el Estado y detallan cómo el gobierno de Reagan dejó a Pinochet a su suerte en 1988, pues temían una mayor radicalización de la oposición.

“Estos documentos nos han ayudado a reescribir la historia contemporánea de Chile”, dijo Francisco Estévez, director del museo. “Esta exposición es una victoria en la lucha contra el negacionismo, los esfuerzos de negar y relativizar lo sucedido en dictadura”.

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos abrió en 2010 durante el primer periodo de la presidenta Michelle Bachelet y ofrece una reconstrucción cronológica del gobierno de diecisiete años de Pinochet a través de artefactos, grabaciones, cartas, videos, fotografías, obras de arte y otros materiales. Cerca de 150.000 personas visitan el museo cada año y un tercio de ellos son grupos de estudiantes, dijo Estévez.

El Archivo de Seguridad Nacional donó una selección de 3000 documentos desclasificados al museo hace varios años, mientras que el Departamento de Estado proporcionó al gobierno chileno copias de toda la colección. Sin embargo, los chilenos casi no los han visto.

“Ver en un pedazo de papel, por ejemplo, que el presidente de Estados Unidos haya ordenado a la CIA que derrocara como medida preventiva a un presidente democráticamente electo en Chile todavía es sorprendente”, dijo Kornbluh. “La importancia de tener estos documentos en el museo es que las nuevas generaciones de chilenos en realidad los vean”.

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