Una economía ordenada y en crecimiento

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Nuestras proyecciones económicas para 2018 incluyen una baja en la inflación, que rondará el 12 o 15% anual, con un crecimiento económico de 3.5% del PBI, con exportaciones creciendo y aumentando el empleo.

En el presupuesto, en particular, se propone que el déficit fiscal siga disminuyendo. Estamos esperando terminar este año con un déficit un poco menor al 4%, a pesar de que la pauta estimada era del 4,2% del producto. Esperamos también terminar el año con déficits fiscales menores sin que eso resienta los niveles de actividad, porque no se ha parado la obra pública, sino, por el contrario, todo esto se ha hecho con mayores niveles de inversión pública en todo el país, porque eso hace que los costos de producción en el interior puedan ser menores al fin.

En estos años, hemos tenido que enfrentar el descalabro de las cuentas públicas que implicaban que el Estado gastara montos cada vez mayores que sus ingresos. Desde 2013 que veníamos enfrentando déficits crecientes. Nunca es fácil ajustar las cuentas. No es fácil en un hogar, menos lo es en un Estado. Cada ajuste implica acuerdos trabajosos para decidir de qué manera se priorizan los gastos. Así y todo, en el presupuesto para el año próximo, el gasto social alcanzará valores récord, y estimamos que dos de cada tres pesos que gaste el Estado estarán destinados al gasto público social y uno de cada dos pesos es con destino a la seguridad social. Así es como decidimos que se amolden los gastos: tratando de que se aumente en los que menos tienen y más lo necesitan.

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Una de las razones por las cuales hace falta disminuir el déficit fiscal es que esos recursos o se toman en el exterior (aumentando la deuda externa) o en el interior (subiendo las tasas y sacando recursos a las empresas que tienen menos crédito). De ahí que creemos necesario que el Estado ajuste sus cuentas. Si lo logramos, vamos a tener una economía más sana. Pero tampoco creemos en los ajustes brutales. Para 2018 nos proponemos bajar el déficit en un 20% solamente, porque hacerlo más aceleradamente implicaría que habría que bajar, por ejemplo, fondos destinados al gasto social. No nos parece que sea la forma. Hay que dar la señal de que el gasto baja, pero también la señal de que se hace de forma responsable y atendiendo las necesidades de la gente.

El plan de gobierno para el año próximo incluye un enorme plan de obras públicas, porque para alcanzar el desarrollo hacen falta las inversiones públicas y privadas. En todas las Provincias hay en marcha importantes obras de infraestructura que van a permitir bajar los costos de producción de las empresas y a mejorar la calidad de vida de la gente, bajando tiempos de transporte, teniendo agua potable y alcantarillado o teniendo más energía. Todo esto mejora la competitividad de las empresas: queremos que las empresas del interior puedan acceder en igualdad de condiciones a los grandes mercados. Queremos que todas accedan con menores costos y que puedan producir más y mejor. Ordenar las cuentas públicas permite más fondos para inversión sin desfinanciar a los privados. Queremos que las empresas puedan crear fuentes de trabajo en forma más ágil y con menores costos. Porque con el crecimiento estimado de la economía para el 2018 los frutos tienen que verse en el mercado de trabajo bajando el desempleo. Y ahí sí, todos podrán ver que valía la pena este camino lento pero seguro, para salir de una vez del pozo en que nos habían dejado.

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