Los problemas de productividad

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Los indicadores económicos muestran que la recuperación de la economía se va consolidando, sumando a la industria a los sectores con crecimiento positivo interanual. Todo parece indicar que las elecciones de octubre tendrán lugar en un contexto de crecimiento en el orden de 3% anual, con salarios algo mayores a los actuales corregidos por inflación y una variación de precios cercana al 1% mensual.

Sin embargo, los principales desafíos económicos no pasan por lograr la recuperación de corto plazo, sino por iniciar un sendero de crecimiento sostenido durante un período prolongado. Existe bastante consenso acerca de la necesidad de reducir el déficit fiscal y cada vez gana más adeptos que es necesario también poner el foco en el déficit externo (problema adelantado desde FIEL hace dos años). El desequilibrio externo actual se financia con una enorme entrada de capitales, pero el problema aparece porque no es el resultado de un salto importante en la inversión. Por ahora, nos endeudamos para sostener niveles de consumo público que podían ser manejables con la soja a US$ 500 la tonelada (en lugar de los US$ 340 actuales) y con Brasil creciendo y con una moneda fuerte (en lugar del receso y moneda débil actual), pero que la economía, en especial del sector transable, no aguanta más.

Luego de la elección será necesario encarar un programa de reformas estructurales ambicioso que ponga el foco en lo fiscal y también en la reducción de los sobrecostos que tiene la economía argentina respecto de otros países más eficientes.

Un tema relevante son las señales que recibe el sector privado: costos laborales altos (mucho más altos que en el pasado) y costo del capital que se redujo (y se espera que continúe reduciéndose) por la baja en el riesgo país. En ese contexto, se alienta a una sustitución más rápida de trabajo por capital que la que ocurriría habitualmente.

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Peor aún, el punto de partida es uno de baja productividad de la mano de obra en la Argentina. En una aproximación simple, el PIB por ocupado creció sólo 8% entre 2000 y 2015 mientras que en Estados Unidos aumentó en 64% (Cuadro 1). La mayoría de los países europeos tuvo un desempeño similar al americano. Si se abre por sectores del PIB, se observa una diferencia muy importante, con la excepción del sector de Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones. Es decir, un salto en la productividad laboral que recupere el tiempo perdido tendría consecuencias positivas sobre el nivel de actividad pero negativas sobre la capacidad de la economía de generar empleo. Nótese que el problema también es importante en sectores de servicios que son más mano de obra intensivos que la industria, la minería o el agro.

Ello requiere revisar el impacto de las políticas públicas sobre el costo laboral. En cualquiera de las dimensiones que se analice, la Argentina sale mal parada. Por un lado, los impuestos al trabajo son los mayores de la región (medidos como la diferencia entre lo que paga el empleador y lo que recibe el trabajador). También hay falencias notorias en la contratación.

Un estudio reciente de la OECD mide la rigidez de las instituciones laborales para la contratación permanente y temporaria de trabajadores. La Argentina se ubica en el cuadrante de mayor rigidez en ambas dimensiones.

Y no se necesitan estudios internacionales para demostrar los problemas que tiene la Argentina por la alta litigiosidad que impacta en el valor de los seguros por accidente de trabajo y en las compensaciones por despido.

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Una regulación eficiente es aquella que permite obtener el nivel de cobertura deseado al menor costo posible para el empleador y el Estado (obviamente, mayor protección habitualmente genera más costos). Los costos de transacción en la Argentina son muy altos por la existencia de intermediarios que cobran una parte de lo que paga la empresa (abogados laboralistas, costo presupuestarios de los tribunales laborales abarrotados de expedientes).

 

En la medida en que los costos laborales se mantengan altos, y aumentando, y el costo del capital se reduzca por el avance de las reformas estructurales en otras áreas como la fiscal, mayor será la urgencia de avanzar en una reforma de las anticuadas instituciones laborales argentinas.

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