La verdad los hará libres

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En este domingo la Iglesia celebra la Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales. El texto del Evangelio (Mc. 16,15-20), empieza señalando el mandato evangelizador que el Señor hizo a los Apóstoles: «Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia a toda criatura». En realidad, este mandato se sitúa en el centro de la tarea de todo bautizado que es evangelizar y siempre implicará, por lo tanto «comunicar» el Evangelio.
Cada año recibimos un mensaje del Papa sobre las comunicaciones. Este año dicho mensaje del Papa Francisco se titula: «La verdad los hará libres (Jn 8, 32). Fake news y periodismo de paz». En dicho mensaje el Papa nos dice: «En el proyecto de Dios, la  comunicación humana es una modalidad esencial para vivir la comunión. El ser humano, imagen y semejanza del Creador, es capaz de expresar y compartir la verdad, el bien, la belleza. Es capaz de contar su propia experiencia y describir el mundo, y de construir así la memoria y la comprensión de los acontecimientos.
Pero el hombre, si sigue su propio egoísmo orgulloso, puede también hacer un mal uso de la facultad de comunicar, como muestran desde el principio los episodios bíblicos de Caín y Abel, y de la Torre de Babel (cf. Gn 4,1-16; 11,1-9). La alteración de la verdad es el síntoma típico de tal distorsión, tanto en el plano individual como en el colectivo. Por el contrario, en la fidelidad a la lógica de Dios, la comunicación se convierte en lugar para expresar la propia responsabilidad en la búsqueda de la verdad y en la construcción del bien.
Hoy, en un contexto de comunicación cada vez más veloz e inmersos dentro de un sistema digital, asistimos al fenómeno de las noticias falsas, las llamadas “fake news”».
« “Fake news” es un término discutido y también objeto de debate. Generalmente alude a la desinformación difundida online o en los medios de comunicación tradicionales. Esta expresión se refiere, por tanto, a informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias».
«Ninguno de nosotros puede eximirse de la responsabilidad de hacer frente a estas falsedades. No es tarea fácil, porque la desinformación se basa frecuentemente en discursos heterogéneos, intencionadamente evasivos y sutilmente engañosos, y se sirve a veces de mecanismos refinados».
«El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad». «En la visión cristiana, la verdad no es sólo una realidad conceptual que se refiere al juicio sobre las cosas, definiéndolas como verdaderas o falsas». «La verdad tiene que ver con la vida entera. En la Biblia tiene el significado de apoyo, solidez, confianza»
«En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que  se puede contar siempre, es decir, verdadero, es el Dios vivo. He aquí la afirmación de Jesús: “Yo soy la verdad” (Jn 14,6). El hombre, por tanto, descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama. Sólo esto libera al hombre: “La verdad los hará libres”».
«Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa».
«El mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se
responsabilizan en el uso del lenguaje».
En esta jornada de las comunicaciones sociales queremos rezar por este gran desafío que nos ofrece nuestra cultura. Cada uno desde su propio lugar, es responsable de generar una cultura de respeto, de diálogo y amistad. Pedimos especialmente por los trabajadores de la comunicación para que vivan su trabajo, como una responsabilidad que surge de una vocación desafiante, pero maravillosa.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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