La calma en la tormenta

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En medio de las “turbulencias” que someten a la Argentina a una nueva tormenta financiera, el gobernador Hugo Passalacqua selló un acuerdo histórico para Misiones que brinda tranquilidad en el presente y previsibilidad a las futuras generaciones. En silencio, el domingo pasado, firmó una compensación de deudas con la Nación, que significó la reducción a la mitad de la deuda pública de Misiones.
¿Por qué histórico? En menos de una década, durante los 90, Misiones llegó a deber dos veces y media su presupuesto y el 95 por ciento de la deuda estaba en dólares. Mil millones de dólares que después del estallido de la Convertibilidad se pesificaron atados a la inflación, lo que aumentó exponencialmente la deuda. Pero en 2003, la Provincia inició un proceso de desendeudamiento que desemboca en el acuerdo final. No se tomó más deuda y se reconfiguró la deuda en dólares, que se redujo del 90 al cinco por ciento del total. Hoy Misiones no solo es una de las provincias más desendeudadas del país, sino que tampoco padece las “tormentas” por las fluctuaciones del dólar.
 


La reducción a la mitad de la deuda pública corona el saneamiento fiscal iniciado en 2003 y se traduce en  la independencia para poder sostener una política económica con el Estado presente. El desendeudamiento se convirtió en una marca registrada, mientras que la Nación está sufriendo las consecuencias de un acelerado endeudamiento en los últimos dos años, que condiciona la política y pone en jaque a la economía.
Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, recomendó a la Argentina iniciar un proceso de reestructuración o quita de la deuda, para poder salir de la emergencia del ajuste que impuso el presidente Mauricio Macri.
El economista insistió en que en lugar de renegociar las condiciones del préstamo del Fondo Monetario Internacional, Nicolás Dujovne debería enfocarse en conseguir un “nuevo reperfilamiento” lo que significa “aplazar los pagos inmediatos” de la deuda externa contraída en los últimos dos años y medio. “Pero sospecho, dada la magnitud de los errores económicos que se han cometido en los últimos años, que tendría que haber una quita en la deuda”, insistió.
No parece descabellado empezar a pensar en un “reperfilamiento”. Sería saltarse un par de pasos y evitar males mayores.
En estos momentos la Argentina está pasando por la etapa del blindaje y los respaldos políticos. Antes fue George Bush, ahora es Donald Trump los que dan las bendiciones a los presidentes argentinos. Después del blindaje llegó el megacanje, que no era más que postergar vencimientos a cambio de un generoso aumento de intereses y finalmente, la decisión -ante la imposibilidad- de no pagar nada, el default.
Las turbulencias de estos días obedecen a que los “mercados” (¿alguna vez sabremos sus nombres y apellidos?) dudan de la capacidad de pago de la Argentina en los vencimientos del próximo año. Por eso, Macri se apresuró en pedir una renegociación del acuerdo firmado apenas hace unos meses y acelerar desembolsos que garanticen que la Argentina pagará su deuda (con más deuda).
El problema está en que el modelo económico financiero no está diseñado para generar recursos, sino que, por el contrario, se alimenta de ellos. Por eso se hace necesario un ajuste cada vez mayor.
Si la economía no reacciona, cada ajuste no hace más que profundizar la recesión y pronto no habrá dónde recortar.
Ser amigo de los mercados y la vuelta al mundo, no garantizan por si solos, que el nuevo plan tenga éxito.
Christine Lagarde será la presidenta de un FMI bueno, pero no deja de ser, en definitiva, un banco que debe evaluar el perfil del tomador de un crédito. Suele fallar, es cierto, estrepitosamente, en sus pronósticos, pero eso no le quita el carácter técnico.
Por eso la ansiedad del Presidente al confirmar que un nuevo acuerdo estaba cerrado, chocó con la gélida mirada de Mrs Christine: no hay nada cerrado hasta ser evaluados. La reacción de los “mercados” fue la lógica estampida que disparó el dólar por encima de los 40 pesos apenas unas horas después del discurso presidencial con rostro adusto, lleno de dramatismo y la apelación a sus “peores cinco meses” que no necesariamente coinciden temporalmente con el resto de los argentinos.
La profundización de la crisis autogenerada obligó al Gobierno a tomar medidas que despreció en campaña y desarticuló en los primeros meses de gestión. Vuelven las retenciones a las exportaciones y se discute poner en un paréntesis la rebaja de algunos impuestos. Hasta se analiza gravar los bienes de los argentinos en el exterior a través de un aumento en la alícuota que se paga por Bienes Personales, que pasaría de 0,25% a 1% solo para las propiedades fuera del país. Se renovaron los “Precios Cuidados” y se dará un “bono” en dos cuotas a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.

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La crisis desarmó todas las proyecciones. Se espera una inflación del 42 por ciento -según datos no oficiales del ministerio de Economía- y una caída de la actividad del 2,4 por ciento, con una “reacción” a cero en 2019, con una inflación del 25 por ciento.
Es curioso ver como medidas que eran despreciadas por los integrantes de la alianza Cambiemos cuando estaban en el llano, son silenciosamente aprobadas ahora.
En la Legislatura misionera, caja de resonancia de reclamos varios, casi no se escucha la voz de radicales y macristas. Antes cuestionaban la emergencia económica en Misiones, ahora consienten la emergencia a la que fue empujada la Argentina. Antes repudiaban los impuestos que se cobraba a las exportaciones misioneras. Ahora deben defender un “impuesto malísimo”. 
El Presidente también se vio obligado a reducir el “mejor equipo” y suprimió once ministerios, varios de los cuáles él mismo había creado apenas asumió. El recorte es más bien simbólico: los ex ministros degradados siguen todos en sus puestos. Apenas renunció Mario Quintana, mientras que Gustavo Lopetegui seguirá como asesor de Macri, lo mismo que Francisco Cabrera, el ex ministro de Producción que sigue en el gabinete. Marcos Peña, el más apuntado por el rumbo político del Gobierno, se mantiene en su sillón “fortalecido”, aunque no tenga demasiados triunfos para mostrar.
En cambio, se eliminaron el ministerio de Salud y de Trabajo y Agricultura. Aunque ya venían con una parálisis presupuestaria, son áreas que tienen una enorme relevancia. Los efectos en la salud no se verán ahora, sino en el mediano plazo. En el empleo, habrá mayor desamparo de los trabajadores, lo mismo que en la producción agraria, donde ya se privilegia a las grandes siembras por encima de los pequeños productores. Esos recortes son también un símbolo del modelo.
El Presidente dijo que después de cinco tormentas, volvió la calma, pero admitió que cualquier turbulencia puede volver a poner en jaque a la Argentina. “El mercado entendió el mensaje y vamos camino hacia la normalidad”, se emocionó Luis Caputo, el Messi de las finanzas que encabeza el Banco Central. 
La agencia Moody’s no es tan optimista.  Como Stiglitz, advierte que el Gobierno tomó la decisión de consolidar lo fiscal que “es positivo para el crédito”, pero tiene un costo económico y político.
“La recesión económica que la Argentina ha comenzado a transitar en abril podría extenderse incluso hasta 2020”, sentencia el último informe sobre la situación argentina. La caída de la economía, en lugar del 2,4 por ciento admitido por Economía, podría llegar al 3 por ciento.
La imagen del Presidente también está en caída. “La crisis cambiaria activa el pesimismo y diluye el capital político de Macri”, expone D’Alessio Irol y proyecta: “La ausencia de una alternativa parece no ser suficiente barrera de contención como para asegurar una reelección”.
La Universidad San Andrés revela que el 79 por ciento de sus encuestados está muy insatisfecho o insatisfecho con la marcha general del país. El 43 por ciento desaprueba mucho la gestión de Macri, insatisfacción que se extiende al 87 por ciento cuando se analiza la situación económica.
Raúl Aragón y Asociados sostiene que un 35 por ciento de sus encuestados considera que la situación del país es gravísima y otro 26,1 la califica como “caótica”.
El 65,8 por ciento no votaría a Macri si buscara la reelección, 53,9 tampoco elegiría a María Eugenia Vidal y el 60,5 rechazaría un eventual regreso de Cristina Fernández, lo que revela que la política todavía no sale de la grieta, pero tampoco ofrece alternativas. El 52 por ciento estima que la pobreza creció desde que asumió Macri. Un alarmante 51,1 por ciento considera que es probable que una crisis como la de 2001 se repita.

 
La preocupación por la economía se percibe en la calle y en las reuniones familiares. Incluso en los jóvenes, a los que se les suele achacar desinterés por las cuestiones políticas. Los jóvenes de Podemos recibieron a sala llena a Santiago Bulat, el economista que vino a hablares especialmente a los emprendedores. El interés es amplio. La Confederación Económica de Misiones recibió más de 500 inscripciones para escuchar este miércoles al sociólogo Eduardo Fidanza y Carlos Melconian, el ministro de Economía que espera en boxes si fracasa Dujovne. 
Para evitar zozobra en la economía, es fundamental sostener políticas de Estado que hagan de contención. El Ahora Pan que presentó el gobernador Hugo Passalacqua es, en este momento, un bálsamo para el bolsillo. La harina aumentó 82 por ciento en el último mes y destruye la rentabilidad del sector. Pero el pan de mesa no aumentará por lo menos hasta diciembre por el acuerdo con el Gobierno, a cambio de una rebaja en la tarifa eléctrica. Ante la corrida en el precio de la harina, este lunes se hará un acuerdo de ratificación.
El bolsillo es una preocupación central, porque marca el pulso de la actividad económica. Al Ahora Pan se sumará esta semana otro eslabón del Ahora Misiones referido directamente al consumo de alimentos, pero en lugar de las doce cuotas con tarjeta de crédito, se hará una devolución automática en las compras con tarjetas de débito. El objetivo es beneficiar al consumidor y al comercio de alimentos, que venía mirando de afuera los programas de promoción. 
Misiones lo puede hacer por un modelo de política económica que se sostiene en el tiempo. Es una de las pocas provincias con espalda económica y financiera, que le permite, incluso en estas turbulencias, sostener la calma.
La educación es el pilar, dijo el Gobernador en el acto de homenaje a los docentes. “Tengo la íntima convicción que la escuela fue siempre la piedra basal de la sociedad y continúa siendo el único lugar desde donde apalancar para modificar mundos….y la responsabilidad es de ustedes queridos colegas. El orgullo que siento es enorme porque sé que esa responsabilidad la asumieron, la asumen todos los santos días y eso es algo que no se ve y emociona saber que nuestros chicos están en buenas manos, en manos extraordinarias” señaló.
Es la educación misionera la que cerró, en lo que va del año la mejor paritaria del país, con un incremento del 20 por ciento, que por lo menos empata con la inflación acumulada hasta agosto. Es el resultado de un trabajo que se inició en febrero y que marcó dos aumentos iniciales en bolsillo que descomprimieron las demandas.
Sin embargo, esa solvencia financiera que viene mostrando la Provincia, se pone en riesgo por el ajuste impuesto por Nación. Dujovne anunció la transferencia a las provincias de los subsidios a la energía y al transporte. Pero ante el reclamo airado de las provincias y con la urgencia de contar con los votos para aprobar el Presupuesto, finalmente se retrotrajo el recorte en el subsidio a la energía. Si tuviera que hacerse cargo, la Provincia debería desembolsar entre 45 y 50 millones de pesos más por mes lo que se le paga a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrica. Misiones tiene 120 mil usuarios con tarifa social, alrededor de 35 por ciento del total del padrón de usuarios aproximadamente.
Salvado el subsidio a la energía, todavía queda la quita en el transporte. Misiones pierde 1005 millones de pesos al año entre tarifa y combustible para las empresas, que están con la soga al cuello.
El subsidio al transporte muestra nuevamente cómo el país central se retroalimenta. Se elimina todo subsidio intra jurisdiccional de todo tipo (Sistema Integrado de Transporte Automotor, Sistau sueldos, al gasoil etc), lo que impacta directo en tarifa. Pero el Gobierno nacional decidió mantener el subsidio interjurisdiccional bajo el argumento que lo “intra” es responsabilidad de las provincias y municipios y lo “ínter” es una cuestión federal. El transporte entre el Conurbano y Capital tendrá subsidios (oh casualidad). El interior no.
Algunos empresarios del transporte ya amenazaron con retacear sueldos al ritmo de la recaudación.
No es la única alarma que sonó en las empresas. Los contadores de las principales firmas pusieron la lupa sobre un cambio en los aportes patronales que deben pagar por cada empleado. El pacto fiscal modificó las reglas y una quita que se aplicaba, dejará de utilizarse: “En el caso de trabajadores de jornada completa, al liquidar haberes del salario bruto de 17 mil pesos, se restan 2.400 y se pagan aportes patronales sobre 14.600. El Consenso Fiscal preveía ir aumentando 2.400 por año. Esto es 4.800 en 2019 y así llegar a 2022 con 12.000 pesos, por debajo de los cuáles, no se pagarían aportes. Pero dentro del paquete fiscal durante 2019 no va a haber aumentos y se va a seguir restando solo 2.400, pesos con todas las implicancias que eso conlleva en las estructuras de costos”, explicó un analista económico. 
En total, la Provincia calcula que por la quita de subsidios perderá no menos de cuatro mil millones de pesos. Por eso planteó que la Nación coparticipe la recaudación excedente que tendrá por las retenciones a las exportaciones. Los diputados de Cambiemos fueron los únicos en oponerse.
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