Efraín Alegre y Elisa Carrio

Fotos que hablan

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Las fotos del candidato de la alianza Ganar, que nuclea a buena parte de la oposición paraguaya, el liberal Efraín Alegre, con la diputada macrista, Elisa Carrió, contrastaron con las de Fernando Lugo, principal aliado de Alegre, con la ex presidenta y actual senadora Cristina Fernández de Kirchner, a quien el ex presidente paraguayo le dedicó elogiosas palabras en las redes sociales.
La coalición opositora de liberales e izquierdistas realizó este fin de semana una gira por las capitales del Río de la Plata. En Montevideo mantuvieron encuentros con referentes del Frente Amplio, entre ellos el ex presidente Pepe Mujica, y fue allí que Alegre se fotografió con Carrió. En Buenos Aires se reunieron con la numerosa colectividad paraguaya que puebla las famosas Villa 31 y Soldati, entre otras. En la capital argentina Lugo visitó a CFK.

Efraín Alegre y Elisa Carrio

Podría decirse que ambas fotografías son el perfecto retrato de un matrimonio que se encamina hacia la ruptura. No son pocos quienes se preguntan al interior del Frente Guasú, que nuclea al luguismo, qué hacen aliados con quienes ya los traicionaron en junio de 2012, cuando se complotaron y destituyeron a Lugo de la Presidencia. No son pocos los luguistas que preferirían cuantas derrotas fueran necesarias, antes que volver a ir aliados con los verdugos.
Sin embargo, el luguismo, un conglomerado de partidos y movimientos políticos de izquierda, tercera fuerza electoral, volvió a sellar una alianza con los liberales. Como buen pa´í (cura, en guaraní), Lugo puso la otra mejilla, sacando de la galera una estrella en ascenso, el comunicador Leo Rubín, un verdadero outsider, quizás el único en las elecciones de abril próximo, como compañero de fórmula de Alegre.
Rubín, miembro de una familia que maneja uno de los holdings de radios más importantes del país, tiene el discurso y la empatía que a Alegre le faltan. “Leíto”, como le dicen sus más cercanos, propone un gobierno que desarrolle políticas sociales para atender la situación de las 2.000.000 de personas que están en la pobreza, según las mismas estadísticas oficiales; un modelo inclusivo, que garantice la gratuidad de la salud, promueva la educación pública, desarrolle políticas medioambientales y atienda las demandas históricas de un inmenso campesinado cada vez más empobrecido; un modelo que se contrapone al de su gran vecino argentino, de quien la diputada Carrió es una de las principales mentoras y punta de lanza cuando se trata de justificar políticas abiertamente impopulares, como el cierre de escuelas, hospitales, los constantes tarifazos y el ajuste a los jubilados, entre otras medidas que han puesto al movimiento obrero en pie de guerra contra el gobierno de Mauricio Macri.
La reunión del presidenciable de la Alianza opositora paraguaya con Carrió, en Uruguay, a la par que Lugo visitaba a CFK en Buenos Aires, provoca por lo menos desconcierto, a la vez que anticipa una relación difícil entre los aliados, en caso que Ganar gane efectivamente el 22 de abril próximo.
En teoría, a diferencia de 2008, esta vez el acuerdo es “programático”, es decir que el PLRA está comprometido a acompañar banderas históricas del Frente Guasú, como la Reforma Agraria Integral, la soberanía energética, el gravamen a la exportación de granos de soja, entre otros temas en que nunca hubo siquiera principio de acuerdo.
Fernando Lugo y Cristina Fernández de Kirchner

Si la foto de Lugo con CFK demuestra la coherencia del ex obispo y su grupo político, la imagen de Alegre con Carrió también es una muestra de coherencia del sector político del que proviene, conservador, ultramontano, que hoy por esas cosas de la coyuntura electoral se ve compelido a adoptar un ropaje “progresista”, casi tanto como Macri antes de su primera elección.
Y el Frente Guasú, por más que para muchos de sus integrantes la nueva alianza sea un sapo difícil de tragar, también acompaña a Alegre casi por obligación, la obligación de poner freno a un modelo, que amén de tener una impronta mafiosa vinculada al narcotráfico e intereses corporativos, es abiertamente excluyente y empobrecedor de las grandes mayorías de la población; un modelo que de vencer el candidato colorado, Mario Abdo Benítez Junior, hijo de quien fuera la mano derecha del dictador Alfredo Stroessner y por ende heredero “natural” de la dictadura, profundizaría la desigualdad en uno de los países más desiguales del mundo.
Pero como bien señala el candidato a Vicepresidente, Leo Rubín, la victoria no termina en abril, sino que depende de la capacidad de movilización que tenga su sector político para defender en la calle sus acuerdos con Alegre, una capacidad de movilización que, en rigor, el Frente Guasú jamás demostró, ni siquiera el 22 de junio de 2012 cuando estaba en juego la cabeza de su máximo líder, Fernando Lugo.

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