En Misiones la brecha salarial entre hombres y mujeres llega hasta el 58 por ciento

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“En el lado oscuro de la brecha salarial, la brecha no explicable, caen el machismo, los prejuicios, las preferencias de los trabajadores, los grados de competitividad, dinámicas laborales que excluyen a las mujeres, derechos inequitativos”. Este párrafo del libro “Economía Feminista” de la economista, Mercedes D’Alessandro podría explicar lo que en el planeta (y en Misiones también) es un secreto a voces, y que el Instituto Provincial de Estadística y Censos puso en números (por primera vez) en su último estudio.
En el marco del mes de la mujer, el Ipec presentó un inédito trabajo sobre la brecha salarial entre los hombres y las mujeres en la provincia, tomando como parámetro, iguales condiciones de formación, igual cargo, misma actividad.
Darío Díaz, doctor en ciencias económicas, director de Metodología y Relevamiento del Ipec y docente universitario, a cargo del relevamiento, explicó en dos modelos, las variables que reflejan la misteriosa desigualdad entre lo que gana un hombre y lo que gana una mujer a favor del primero.
En el primer modelo expone el nivel educativo, la experiencia, el lugar donde trabaja, la categoría y la tecnología ocupacional.
“Las desigualdades surgen especialmente en las habilidades y las oportunidades. Hay una diferencia compensatoria que refiere a la diferencia salarial,  pero hay también otras causas como la discriminación”, dice Díaz.
Se habla de discriminación cuando el mercado ofrece distintas oportunidades a personas similares que solo se diferencian por su raza, sexo o grupo étnico. Refleja el prejuicio de la sociedad contra ciertos grupos.
“Para medir la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres hay que tomar en cuenta que hay muchas mujeres que desearían participar del mercado de trabajo y que no lo hacen, esto puede explicarse por lo que en economía se denomina salario de reserva, es decir, el salario mínimo por el cual estoy dispuesto a trabajar y generalmente ese salario de reserva es alto porque se valoran otras cuestiones como por ejemplo el cuidado de los hijos. Si yo no mido esto, caigo en lo que se denomina sesgo de selección”.
Los datos fueron tomados del segundo trimestre del 2018 sobre 112.555 personas.

Se habla de discriminación cuando el mercado ofrece distintas oportunidades a personas similares que solo se diferencian por su raza, sexo o grupo étnico. Refleja el prejuicio de la sociedad contra ciertos grupos

¿De qué dependen los ingresos laborales de las personas? Díaz explicó que se evalúan los años de formación, la experiencia, si es mujer o si es hombre, concubinato, horas trabajadas, ingresos no laborales, jerarquía ocupacional, y de calificación.
Este primer modelo, expuso que la mujer percibe de ingresos 58,3 por ciento menos que el hombre.  
D’Alessandro por su parte refiere que en todos los estudios y diferentes mediaciones, considerando que tengan similar educación, experiencia, horas trabajadas y demás variables, las mujeres ganan menos que los varones. Las que tienen hijos ganan menos que las que no; las mujeres negras, indígenas, y campesinas, ganan menos que las blancas. Es decir, hay discriminación.

Señorita maestra
El segundo modelo tomado por el Ipec, indica que a los 36 años la mujer llega al mayor nivel de participación en el mercado laboral. A esa edad tiene 59,9 por ciento de probabilidades de estar en ese mercado.
Se tomó en cuenta la realidad entre mujeres que están trabajando o tienen deseos de trabajar, mujeres que tienen hijos menores de cinco años, nivel educativo, y precisó que gana 61,3 por ciento más si es profesional.
Pero hay un área en el que ellas ganan más. Es el área de la educación. Las docentes y trabajadoras del sector ganan 42,0 por ciento más que los hombres.
Mientras que en la administración pública ganan 19,2 por ciento más que las que trabajan en el sector privado.
Este segundo modelo, refleja que la brecha salarial es del 36,9 por ciento. Lo (nuevamente) llamativo es que si se toman en cuenta las variables explicables, sólo debería ser del 15 por ciento, es decir, el otro porcentaje no tienen explicación medible.

 ¿Por qué se sigue indagando sobre los planes de maternidad de las mujeres cuando esa pregunta no se incluye para los hombres? 

¿Por qué hay áreas en dónde aún la mujer no llega? ¿Por qué las mujeres son jefas de recursos humanos o buenas secretarias y los hombres calificados ejecutivos de finanzas? ¿Por qué se sigue indagando sobre los planes de maternidad de las mujeres cuando esa pregunta no se incluye para los hombres? ¿Por qué aún no se logra romper ese techo de cristal que impide a las mujeres ocupar lugares asociados a lo masculino? ¿Por qué la mujer gana menos que el hombre si realiza el mismo trabajo? Tarea para la sociedad, y las empresas.
El tema es tan relevante que motiva transformaciones que llegan desde la política. Desde este año, la paridad de género es una realidad para los cargos legislativos. Pero también se cuela en la campaña: un sondeo de Gustavo Córdoba revela que 48,3 por ciento de los argentinos votará a un candidato que exprese ideas sobre igualdad de género.

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