En busca de la estabilización con la subsistencia de problemas estructurales

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El interrogante que surge en las charlas de quincho entre familiares, amigos, compañeros es si la corrida del dólar de mayo ya pasó, o si continuará en los meses venideros. Para responder a tal inquietud, nos preguntamos si los fenómenos que originaron esos sucesos (inflación, déficit fiscal, suba de tasa de Estados Unidos, entre otros) han sido atemperados de manera íntegra.
La inflación, ese fenómeno que refleja el aumento del nivel general de los precios de los bienes y servicios, implica que los agentes económicos que al observar que las metas inflacionarias establecidas por este Gobierno Nacional no se cumplan y no tienden a desacelerarse, dado que en el 2016: meta 25 %, real 40 %, en el 2017: meta 17 %, real 25 %, y este año meta 15%, estimada 30 %, tiendan a reducir su deseo de tener dinero en su poder (pesos) para refugiarse en otro activo, a fines de no reducir el poder de compra de sus ahorros, lo que explica el incremento de la demanda de dólares que puja hacia arriba el tipo de cambio nominal.

El Gobierno Nacional para el 2019, según los datos con los cuales ya está trabajando en el Proyecto de Presupuesto Nacional para dicho año, estima una inflación del 17 % en concordancia con lo acordado con el FMI, es decir, casi la mitad que la que vamos a tener este año, y la cuestión que surge ¿la cumpliremos? O pasará lo mismo que en los años previos, donde el mercado, conforme al relevamiento que hace el BCRA, estima una inflación de tres puntos por encima de dicha previsión, que alcanza al 20 %.
Esta inflación imprevista, a consecuencia de estar por encima de la meta, entre otros factores negativos, genera que aquellas personas que tengan ingresos fijos en términos nominales pierdan poder adquisitivo, donde si analizamos el mercado laboral argentino, casi 1 de cada 3 trabajadores es empleado informal, por lo cual, su salario no se ajusta en función a ninguna paritaria sino que lo hace (si es que lo hace) a lo que decida unilateralmente su empleador, es decir, sus ingresos seguramente crecerán por debajo de la inflación.
En síntesis, la inflación no logro reducirse porque también el propio BCRA no redujo la creación dinero, dado que desde el 2016 los agregados monetarios crecieron en promedio un 30 %.
El Déficit Fiscal, gastar de más de lo que se recauda, en un contexto donde el financiamiento ya se volvió muy caro tanto por la suba de la tasa de interés de Estados Unidos y el alza del Riesgo país en más de un 60 % en lo que va del año, implicó la “aceleración” del cumplimiento de los metas fiscales en cuanto al a la reducción gradual establecido por el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y en virtud, al propio acuerdo con el FMI que es conforme al siguiente gráfico:

Este nuevo esquema de reducción se centrará principalmente, en continuar con la reducción de los subsidios energéticos y al transporte público, no incrementar la planta de personal con una reducción del gasto en salarios públicos, transferencias discrecionales a provincias y el gasto de capital.
¿Cómo va a repercutir esto en las Provincias? En primera instancia, cable aclarar que las transferencias discrecionales a las Provincias son aquellas que van por fuera del Régimen de coparticipación, la asignación se realiza arbitrariamente, en general por la relación política que se da entre la Nación, y las provincias. También cuentan los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), que si bien tienen origen en la Ley Nº23.548, no responden a una distribución predeterminada por dicha normativa.
A su vez, las transferencias discrecionales pueden ser corrientes o de capital dependiendo el destino al cual se apliquen, donde la participación sobre los ingresos totales en cada jurisdicción no es homogénea, sino más bien heterogénea, donde determinadas jurisdicciones tienen mayor dependencia sobre las mismas, como ser el caso de Jujuy, Buenos Aires, Misiones, Salta, Corrientes, entre otros.
Con lo cual, si analizamos el caso de Misiones, la dependencia de este tipo de transferencias es el equivalente al 10 % de los ingresos totales de la jurisdicción, es decir, su reducción implicara también una reducción del gasto en la Provincia en la misma proporción, donde en contextos de estanflación como el vigente, encienden las alarmas.
Cabe aclarar que hasta ahora no están los datos finos de como se efectuará el ajuste en las Provincias, sino que será presentado formalmente a través de la elevación del Proyecto de Presupuesto Nacional para el año que viene que debe hacerlo antes del 15 de Septiembre de este año y los representantes de cada Provincia verán partida por partida para cotejar que, cuanto y como se reducirá cada partida.
Conforme a los anuncios, la reducción de las transferencias discrecionales a las Provincias será en los gastos que actualmente están a cargo de las Provincias, como ser, educación, salud y seguridad. Pero tampoco puede obviarse que, cuando la Nación efectuó la transferencia de competencias a las Provincias, las mismas no fueron con los respectivos recursos, tal es el caso de la educación en los 90.
También cabe traer a colación que el déficit financiero (incluye intereses de deuda) consolidado de Nación más Provincias que asciende al 6,7 % en términos del PBI, las Provincias tan solo representan el 0,8 %, es decir, el actual desequilibrio fiscal, no es a consecuencia de una mala administración Provincial, dado que la Nación representa el 5,9 % del 6,7 %.
 ¿Entonces?
Aún los temblores no pasaron, la corrida cambiaria no está estabilizada, las cuentas fiscales con el estancamiento económico (con potencial recesión) no mejorará a consecuencia de los recursos, sino que dependerá de la reducción del gasto y de qué tipo de gasto (principalmente de capital).
 

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