El riesgo país avanza: ¿qué puede implicar?

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En el día de ayer, el riesgo país argentino saltó 24 puntos y llegó a 753 puntos básicos, lo que implica 313 puntos por encima del promedio de los países emergentes. Esta dinámica responde al magro desempeño económico de nuestro país durante 2018, ya que a comienzos de año la diferencia era de sólo 22 puntos. Por otro lado, considerando las sucesivas alzas en el rendimiento de los Treasuries estadounidenses a diez años, que arrancaron 2018 en 2,4% y actualmente orillan el 3%, la tasa de interés que pagan los bonos soberanos argentinos escaló de 5,9% el 1° de enero a 10,4% el 10 de diciembre.

Así, según el promedio de diciembre, endeudarse en los mercados privados de crédito para el Estado Nacional es 4 puntos porcentaules más caro que en enero de 2018. Asimismo, el de diciembre (al día 10) es el mayor promedio desde febrero de 2014 –en medio del conflicto con los holdouts-, cuando colocar deuda soberana a diez años “costaba” 12,4%. Más allá de esta mejora, cabe destacar que los compromisos asumidos y las urgencias no son las mismas ahora que entonces; en consecuencia, las luces de alerta actuales son mayores.

Sin embargo, nuestro país no debería necesitar acudir a los mercados privados de largo plazo en lo que resta de la gestión Cambiemos (sí para renovar letras de corto, pero esto no se pone en jaque con la suba del riesgo país). Entonces, ¿por qué tanto revuelo? En primer lugar porque marca que los temores en torno a un potencial default en 2020 –y con mayor probabilidad en 2022 cuando no sólo se acabarán los fondos frescos del FMI, sino que también habrá que devolver USD 45.000 millones- no son infundados. En segunda instancia, y no menos importante, porque el stress financiero puede trasladarse al plano cambiario y, en consecuencia, a la economía real: un alza generalizada de la incertidumbre respecto a la sostenibilidad de la deuda argentina, podría desatar nuevas tensiones en el frente cambiario, dando por tierra con la tregua lograda en este frente luego de la puesta en marcha del “apretón monetario”.
En consecuencia, la tasa de interés debería volver a dispararse -en pos de contener las presiones sobre el peso- y los fantasmas de agosto-septiembre 2018 volverían a decir presente. Por lo tanto, aunque el panorama local se recupere, la errática dinámica internacional no permite descartar los escenarios disruptivos.

 

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