El lunes Macri reunió a gobernadores, jueces, sindicalistas y empresarios y propuso empezar con una nueva etapa. El mensaje fue que si seguimos así, la Argentina va a chocar (hay que bajar el déficit)

Del pragmatismo realista a la negación

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Se tiende a evaluar la comunicación política separada de la política y eso es un error. La comunicación es el modo en que la política se hace pública. Son indisociables. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, afirmaba: “Somos un gobierno pragmático y eso exige mayor flexibilidad”. Por eso al analizar la comunicación gubernamental de Cambiemos la cuota de pragmatismo era su sello dominante. Autodefinida como postideológica, exhibía reacción para retroceder y capacidad para adaptarse a tiempo real. Y, poco frecuente en la política, hasta pedía disculpas a veces.

¿Es así hoy? Veamos.
La comunicación política es una gran charla social en la que todos tienen capacidad de opinión sin importar su nivel de argumentación. Como el fútbol, como la religión, la comunicación política es el nuevo fenómeno de las polémicas nacionales con debates que nos permean, nos esperanzan y nos ofuscan.
 
En esta gran plática los protagonistas de Cambiemos siguen hablando, pero no se les escucha igual que antes. Esta coalición electoral demostró una aguda destreza para ganar campañas, pero al parecer no para hacer que la comunicación de gobierno construya legitimidades en torno a sus medidas. Cambiemos habló mucho de las culpas pasadas, pero no logró encauzar su responsabilidad actual.

El Gobierno, el propio presidente y la mayoría de los ministros tienen más negatividad que positividad en su imagen, y algunos con diferencial negativo pronunciado: esto es, de cada tres personas, al menos dos los evalúan mal. Incluso por cuestionamientos éticos.
El poder de lo simbólico en política es poder gestionar la comunicación articulando la propia acción política que habla tan alto como su discurso, pero respetando el contexto. El contexto debería obsesionar a quienes comunican. Es la base misma de la eficacia comunicacional, donde esta se apoya para no ser solo aire. Lo ocurrido en el día más intenso de la corrida financiera fue muy gráfico. Mientras actores encumbrados de Cambiemos restaban trascendencia o llamaban a la tranquilidad, la negatividad del debate en redes (Facebook y Twitter) era del 100% y la emoción predominante fue la “ira”, según datos de Q Social Now.

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