Cambió todo por la playa y libertad: hoy es una exitosa corredora inmobiliaria en Brasil

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Me quedo acostada mirando Netflix y tomando mate o ¿salgo a la ruta a hacer que la vida valga la pena?”. La elección, casi siempre, es salir a la ruta. Y esa es una marca registrada de su vida. Ya sea ahora en una Harley Davidson o antes, cuando tuvo que tomar decisiones para cambiar el rumbo.

Hace unos años, Cynthia Radisch largó todo. Se fue a vivir a la playa, vendió ropas, baratijas y atendió un bar, entre otras cosas, para sostener a su familia y firme el objetivo de crecer. Hoy es una empresaria en alza en el competitivo mercado inmobiliario de Florianópolis, el destino turístico elegido por millones de argentinos.

Y ahí estuvo uno de los secretos de su presente. Desde que se fue de Misiones, su hogar fue “la casa del pueblo” para los amigos, a pasos de una de las playas más paradisíacas del sur brasileño.

Después de las primeras visitas, los amigos y familiares comenzaron a pedirle recomendaciones sobre lugares para hacer playa o alquilar. Para entonces, trabajaba en una agencia de turismo, lo que le permitió conocer los rincones y playas escondidas de Florianópolis, para poder recomendar después a los argentinos que llegaban.

Cynthia se fue hace siete años de Misiones. Nació en Buenos Aires, vivió en Candelaria y siempre tuvo alma emprendedora y aventurera.

Llegó a los 16 años a la tierra colorada, donde primero fue entrenadora de artes marciales. A los 18 fue a Corrientes a estudiar Derecho, carrera que siguió en Posadas. Su familia volvió a Buenos Aires y ella se quedó, pero sin ataduras.

Las vueltas de la vida la llevaron a tomar la decisión de una nueva mudanza. Aunque su hija de diez quería conocer Australia, la distancia era mucha para un primer paso. Por eso eligió la cercanía. Se fue con sus dos pequeños a Florianopolis a iniciar una nueva vida sin conocer el lugar ni el idioma.

En septiembre hará siete años. En julio abrirá su nueva inmobiliaria bautizada FloripaBeach, que sumará mucha tecnología a la oferta tradicional. El cliente podrá ver los departamentos a través de la realidad virtual y elegir el mejor lugar para alojarse o eventualmente, comprar una propiedad.

En Misiones ,Cynthia no tenía nada que ver con el mercado inmobiliario. Vendió ropa, trabajó en la Entidad Binacional Yacyretá y en la Municipalidad.

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“Cuando decidí venir acá, agarré mis hijos, mi auto, vendí todo y me vine sin saber de qué iba a trabajar y vivir”, cuenta.

La profesión fue casi una consecuencia. Su casa sirvió para alojar a amigos y familiares. “Era la casa pueblo. Esa gente me empezó a pedir que le consiga alquileres para venir de vacaciones con sus familias y al principio fue golpear casa por casa. El primer año, tuvimos poquitas casas, hoy tenemos más de 300 propiedades, la mayoría en alquiler”, explica.

Por eso comenzó a estudiar para convertirse en corretora imobiliária y ahora sumará la carrera de Economía.

¿Cual es la diferencia entre Misiones y Brasil?

El trabajo es muy parecido. La diferencia es la calidad de vida, responde sin dudar.

La crisis que se inició el año pasado en este lado de la frontera, hizo bajar la cantidad de clientes argentinos en la isla. Pero al mismo tiempo, creció el público brasileño y hoy son mitad y mitad.

Hoy con empresa propia, en crecimiento. Me va muy bien. Trabajo lo mismo, pero rinde mucho más acá. Pero trabajo mucho para que me vaya bien”, insiste la joven empresaria.

 

¿Qué fue lo más caro que hayas vendido?

Con los clientes trato siempre de hacer amistad. Estamos en este mundo para aprender. Tengo departamentos de dos millones de Reales y clientes empresarios, futbolistas. Pero siempre el trato con la gente traspasa cualquier tipo de negocios.

 

La vida brasileña en principio fue dura. Pero no para sus hijos. “Los pibes se adaptaron bien. Mucho más rápido que yo. Hablan tres idiomas. La pasan bien. Vivimos frente al mar en una casa con cinco dormitorios, donde recibimos felices a nuestros amigos durante todo el año”.

 

¿Cómo te animaste a dar el salto?

El que no prueba, no tiene premio. No fue nada fácil. El primer año fue más bien terrible. Yo tenía un negocio de ropas y decía: “Que voy a vender acá que todo el mundo anda de malla y ojotas”. El primer año fue re difícil. Dejaba a los chicos en la escuela y me quedaba dentro del auto llorando sin saber si iban a entender lo que le iban a enseñar. Fue difícil, pero nadie se enteró de esa parte. Después hice de todo,porque mis hijos tenían que comer. Tomaba el trabajo que aparecía. Desde atender un bar los fines de semana hasta lo que se te ocurra, antes de la inmobiliaria. No fue nada fácil de verdad.

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¿Y ahora, seguís asesorando a argentinos?

Asesoramos, porque si bien tenemos propiedades en toda Florianopolis, hay playas especiales para lo que busquen.

¿Tuviste que aprender mucho del oficio?

Cuando estudié para corretora, aprendí todo. No hay mucha diferencia en la legislación, pero el mercado acá es mucho más exigente, pelea mucho más el precio y es tan grande y con tantas opciones que tenés que si o si hacer un trabajo diferencial para entrar en el mercado.

¿Y te abrieron el espacio o fue un poco a los codazos?

No me abrieron el mercado. Me lo gané. En alquileres de temporada era todo muy nuevo, no había nadie que se dedique. No había nadie que hablara el mismo idioma que los turistas. Era fácil para ellos preguntar, cerrar contratos. Me lo gané.

Cuando vine, no arranqué como inmobiliaria, sino como agencia de turismo. Esa fue la ventaja. Conocíamos cada lugarcito, le hablamos al visitante de la trilla, de lo que había para hacer cerca, para que no sea solo quedarse en la casa frente al mar. Cada playa tiene su encanto.

Ahora en nuestra inmobiliaria nueva, tenemos un recorrido virtual en el que se podrá ver las casas en 360 grados, no necesitamos ir a mostrarle el lugar, porque contamos con oculos tridimensionales.

Cynthia aprovecha cada momento libre para disfrutar de las playas que además ofrece al mundo. O para salir a dar una vuelta con la Harley Davidson. ¿Cómo te compraste la moto?

“Con la primera comisión de la venta de una propiedad, fui y me compré una Harley. Suelo salir a dar unas vueltas con los “gordos” de las Harley. Es la única distracción que tengo, el resto de la semana, trabajo y trabajo”.

Es casi la vida de ensueño, pero Cynthia sabe que primero tuvo que romper las estructuras y partir de la zona de confort. “Soy una desobediente de la vida, pero con el consentimiento del Barba”, se ríe.

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