Balance 2017 y Perspectivas 2018 para la Economía Argentina

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Con otro diciembre agitado, se cerró el telón del segundo año de la gestión de Cambiemos, y es importante repasar lo que nos dejó el 2017 a fin de poder vislumbrar que nos puede deparar el año que viene, un año en el que no tendremos el peso de elecciones, pero como antesala a los comicios presidenciales de 2019 será clave en cuanto a los cambios que Macri y su equipo tienen pensando dentro del gradualismo ya escogido.

Lo que nos deja 2017

El gobierno dejó bien claro que subordinará lo que sea en su lucha contra la inflación e inclusive en 2017 el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, aprendió la lección cuando sobre final de 2016 había relajado la tasa de interés y sufrió las consecuencias en el primer cuatrimestre de 2017, lo cual fue el inicio y parte del fracaso en pos de cumplir la meta del año (17%) con más de 6 puntos por arriba de la misma.

No obstante, el gradualismo fiscal que mantuvo el ministro Nicolás Dujovne luego de reemplazar a Alfonso Prat Gay, fue sin dudas el mayor responsable de que el BCRA salga a pelear una guerra antiinflacionaria con balas de salva. Y es que el esfuerzo que le pone a la economía una tasa tan alta, se diluye con un gasto que no cede y que obliga no solo al endeudamiento externo sino también a seguir emitiendo generando el efecto contrario al buscado, esto sin mencionar el déficit cuasi fiscal de 1,7% del PBI que generan los intereses de las LEBACs. Si bien el kirchnerismo dejó el Gobierno emitiendo a un tasa anual del 45%, el 2017 igualmente cerrará en un elevado 25%, que sumado a los ajustes de tarifas, combustibles prepagas y colegios, le ponen un piso muy alto a la inflación. Inclusive si analizáramos la inflación núcleo, aquella que no tiene en cuenta los precios regulados y estacionales, se ha mantenido en niveles de 1,5% mensual promedio. Y así, este año a pesar de las elecciones de medio término, se mantuvo una fuerte contracción a través de la tasa de interés que cierra en 28,75%. Pero sin embargo, este nivel de tasas es consecuencia de los bajísimos niveles de ahorro de nuestro país que es uno de los más bajos de la región.

El año también marcó que por el gradualismo, nos endeudemos en USD 35.000 millones de dólares, lo cual lleva la emisión de deuda pública bruta de la gestión Macri a USD 342.000 millones, un 56% del PBI (10 puntos más que al inicio de su gestión), que si bien aún no representa un monto preocupante en términos de PBI, la velocidad del endeudamiento y su impacto en el pago de intereses, ya encendieron luces amarillas sobre todo porque la reserva federal de los Estados Unidos comenzó un proceso de suba de tasas que puede complicar las futuras emisiones. El país puede encontrarse en una encrucijada, ya que no genera dólares comerciales ni por el lado de bienes ni de servicios, a la vez que tiene una salida importante a través de importaciones y turismo con un déficit de cuenta corriente que cerrará cercano al 4,2% del PBI.

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En consecuencia, y a pesar de no reformar el Estado, el Gobierno lanzó algunas reformas luego de su victoria en las elecciones legislativas a fin de  mostrar un giro respecto a los dos años previos de gestión en los cuales se dedicó más a buscar gobernabilidad, normalizando algunos frentes complicados que heredó.

Al mismo tiempo, el tipo de cambio se despertó este último mes tanto por cuestiones estacionales como por decisión política de dejar correr un poco al dólar al no renovar el 21% de las LEBACs en la última licitación, lo que llevará a cerrar el año en niveles cercanos a $19, pero habiéndose movido sólo 17% en el año, siete puntos por debajo de la inflación. Si bien es cierto que rige un sistema de cambio flotante donde el precio lo establece la oferta y la demanda, el fuerte ingreso de divisas que producen las emisiones de deuda fortaleció al peso, lo que, sumado a la tasa del BCRA, permitió obtener retornos mayores al 9% en dólares, aun con el cimbronazo previo a las PASO, cuando el tipo de cambio se movió muy fuerte para luego caer considerablemente.

Por otro lado, ya con la victoria que marcaron las Primarias, se aceleraron algunas promesas de inversión que seguían de cerca la posibilidad de que el kirchnerismo vuelva a tomar protagonismo, lo que finalmente no ocurrió. Si bien los niveles de 10% del PBI con el que cerrarían el año siguen siendo bajos respecto de los promedios de la región, las reformas tributarias y laborales apuntan hacia esa dirección. Sin embargo el Gobierno allí se encuentra en otra encerrona. Es que el alto endeudamiento deprime el tipo de cambio, lo que desalienta a exportar, obligando a buscar rentabilidad solo en el mercado interno y la alta tasa de financiamiento pone una vara muy alta tornando inviable cualquier proyecto. Hoy el capital se ve más tentado a entrar y salir rápidamente de una rendidora opción financiera gracias al “carry trade” (mientras el USD estaba quieto), en lugar de montar una fábrica, tomar empleados, pagar impuestos y asumir riesgos.

Perspectivas 2018

  • El Gobierno seguirá trabajando con metas, y el frente fiscal será muy monitoreado. Es probable que se sobrecumpla la meta del 4,2% del PBI de déficit fiscal en 2017 para buscar un 3,2% en 2018. Para lograrlo se congelará el gasto en términos reales, esperando que la mejora en la recaudación sea consecuencia de un mayor crecimiento económico. El único ajuste que el Gobierno plantea es una nueva baja en subsidios económicos del orden del 16%, lo que implica que podemos esperar nuevos incrementos en tarifas de servicios públicos. Las metas fiscales, sin embargo, son engañosas pues el Gobierno insiste en observar el déficit fiscal primario sin mirar al consolidado. Al tener en cuenta el déficit de las provincias y los intereses que se van sumando con la nueva deuda, el déficit fiscal resulta elevado (cercano al 9% del PBI), al punto de poner dudas sobre la sustentabilidad del modelo económico. No sólo eso, además asume que el contexto macroeconómico seguirá ofreciendo crédito externo a tasas bajas que permitan financiar ese hueco, lo que implica asumir riesgos innecesarios.
  • Luego de reconocer que el BCRA no podrá cumplir la meta inflacionaria en 2017, ya se prevé un nivel de inflación de 17% para 2018, cuando la meta es 12%. Si bien se está corrigiendo el problema, el esfuerzo es sublime debido al gradualismo. La inflación cae, pero no por la vía del ajuste del sector público que sigue sobredimensionado, sino por reemplazar su monetización por endeudamiento. Es decir que la tasa de inflación no baja como se pretende porque el BCRA emite por encima del crecimiento de la oferta de bienes y servicios y de la de la demanda de moneda.
  • El principal fundamento del gobierno consiste en mantener un PBI del 3,5% en 2018 que es probable pueda cumplirla. Y para lograr este crecimiento el gobierno propone incrementar gradualmente la inversión, que alcanzaría en 2018 un 17% del PIB, aún lejos de nuestros vecinos. Sin embargo, la apuesta por mantener el crecimiento vía mayor inversión es demasiado optimista dado el nivel de déficit fiscal, inflación, presión tributaria y deuda que sostiene Argentina, y la poca o más bien gradual voluntad del Gobierno de corregirlos en el corto plazo.
  • Teniendo en cuenta, la suba del tipo de cambio sobre el final del año, el promedio de $19.3 que prevé el presupuesto supone un precio por arriba de $20 para fin de 2018. Este incremento en la cotización del dólar estaría por debajo de la inflación esperada. Así, se puede afirmar que se acelerará el atraso cambiario, que responde desde luego a la mayor oferta de dólares que produce el endeudamiento que en 2018 se prevé ronde los USD 30.000 millones. Esto deberá ser atendido de inmediato puesto que las exportaciones necesitan ser dinamizadas a fin de ayudar al crecimiento de la inversión que no puede sostenerse únicamente apostando al consumo interno sino que debe mirar el mercado externo para crecer en serio y generar empleo.
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El problema hoy y que repercute para adelante es tanto el déficit fiscal como el déficit en cuenta corriente. Pero un buen análisis económico nos enseña que el segundo también se explica por el primero. El problema central sigue siendo el déficit fiscal, la madre de nuestra historia de crisis económicas y hasta tanto no entendamos eso, repetiremos todo nuevamente. El 2018 por suerte volverá a pasar el tren, está en nosotros subir…

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