Abundancia, un problema de mentalidad

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Una mentalidad no abundante por lo general es estrecha, mediocre y conformista. En cambio, una mentalidad abundante es amplia, excelente y progresista. La mediocridad es el camino de las facilidades y los resultados que dan lastima. La excelencia en cambio, es el camino de los desafíos y los resultados que marcan generaciones. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.  

 

La mentalidad es una serie de ideas y convicciones personales que conforman nuestra visión general de la existencia. Se forma dependiendo la cultura, la educación recibida, la formación familiar y las circunstancias sociales, históricas y espirituales de cada tiempo.

Nuestra mentalidad determinará nuestros pensamientos, formas de proceder y visión de la vida. El principal problema para no lograr acceder a una vida de abundancia es la mentalidad que poseemos.

Cuando accedemos al Reino, aceptando a Jesús y dejando nuestra vida pecaminosa, gran parte de la mentalidad que fue formada en nuestra vida nos acompañará si no buscamos con desesperación ser todo lo que el Espíritu Santo está queriendo que seamos.

Una mentalidad no abundante por lo general es estrecha, mediocre y conformista. En cambio, una mentalidad abundante es amplia, excelente e inconformista. Veamos la antítesis de la mentalidad de pobreza y la mentalidad de abundancia, basándonos en las vidas de Judas Iscariote y Pablo de Tarso.

 

  1. ESTRECHEZ  VS. AMPLITUD 

Judas Iscariote, uno de los doce de Jesús, era un hombre de visión extremadamente estrecha (Juan 12:4 – 8). Mientras él pensaba en el mucho dinero que estaba siendo derrochado en los pies de Jesús, su Maestro comprendía que el acto de María era profético, porque se alineaba a lo que estaba por suceder en el futuro. Una mente estrecha es una mente que no se encuentra disponible para los planes inusuales de Dios.

Abraham, al contario de Judas, es un gran ejemplo de amplitud. Dios le pidió que deje la tierra de sus ancestros, y todo lo que conocía. Podemos decir que se le pidió que dejara el ambiente seguro que tenía. Pero este hombre tenía visión amplia y obedeció a Dios, sabiendo que dejaba eso porque algo mejor llegaría.

Poseer una visión amplia es portar un reflejo de la mirada de Dios. Su naturaleza es la omnipresencia, y no hay lugar ajeno a su visibilidad. Aún el tiempo no es un límite, porque Él sabe el fin desde el principio (Isaías 46:10). El apóstol Pablo es un ejemplo de una visión amplia, Dios lo escogió para sus propósitos por eso (Hechos 9:16; Hechos 26:19,20). La conexión que Pablo le presentó al rey Agripa entre no haber sido rebelde a la visión y la predicación del evangelio por doquier, nos habla de la amplitud de su visión.

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Mientras mayor amplitud tengamos en nuestra mentalidad, mayores serán nuestras posibilidades de ser hallados disponibles para los planes de Dios. Jesús dijo que aquel que no renunciara a todo aquello que le daba cierta seguridad (Lucas 14:25 al 27) en el mundo visible, no puede ser discípulo. Es como un filtro que Jesús puso para ver quienes estaban disponibles para pagar el precio que implica la expansión del Reino. Necesitaba personas con una mentalidad abundante, que tuvieran visión amplia. 

 

  1. MEDIOCRIDAD VS. EXCELENCIA

Lucas 14:28 al 30 es un buen punto de inicio para hablar de mediocridad. La mediocridad es un concepto que hace referencia a algo de mala calidad. Por lo general, se refleja en la mentalidad de una persona cuando se mira lo que produce: algo a medias.

Jesús les estaba queriendo decir: saquen bien los cálculos, porque yo estoy buscando a personas excelentes que hagan todo el trabajo, y lo hagan bien. Al Señor no le gusta que las cosas se dejen a medias, pero muchas veces nuestra formación, llena de carencias nos lleva a caer en un ciclo de mediocridad que nos impide alcanzar las realidades superadoras disponibles en el Reino abundante de Dios.

La mentalidad de pobreza se forja a fuerza de la carencia de elementos que reflejen excelencia y en base al rechazo, desde la más tierna infancia. Esto significa que cuando tenemos actitudes mediocres en nuestro accionar (como dejar un trabajo a medias, el estudio sin terminar, o hacer lo mínimo indispensable en cualquier ámbito de la vida) lo más probable es que estemos diciendo: no me valoro ni siquiera a mí mismo, menos te voy a valorar a vos.

Judas es un gran ejemplo de mediocre. El robo de Judas es una clara muestra de la mediocridad que mostraba (Juan 12:6). Un administrador que roba, degrada su función por su mal desempeño. Además, su traición habla de una persona desagradecida con quien era, nada más y nada menos, que la luz del mundo. Ser desagradecido caracteriza a quienes tienen una mentalidad de pobreza. 

Si no podemos desempeñarnos en nuestras vidas personales y entornos laborales dando nuestro mayor esfuerzo, para obtener el mejor resultado buscando la excelencia, es porque estamos atados por la mediocridad.

En cambio, cuando buscamos la excelencia en las formas, nos volvemos disciplinados y a veces muchos nos ven como duros o rigurosos. Pablo no quiso llevar de nuevo a Marcos consigo, porque había hecho su trabajo a medias la última vez que estuvieron juntos (Hechos 15:36 al 40). Abandonar a la mitad del trabajo le hizo comprender al apóstol Pablo que Juan Marcos no era excelente y, por lo tanto, tampoco era el mejor para el trabajo desafiante de extender el Reino. 

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¿Quiénes dejamos que nos rodeen? ¿Qué mentalidad tienen? ¿No queremos cortar su capacidad de influencia negativa por su vínculo (de amistad o familiar) con nosotros? Evaluemos bien nuestra manera de pensar si queremos resultados propios de una mentalidad abundante.

Si buscamos excelencia, peguémonos a gente excelente. Y si comprobamos qué hay algo de mediocridad, busquemos erradicarla para alinearnos a la perfección que el Cielo refleja. Somos perfectibles en Cristo Jesús. 

La mediocridad es el camino de las facilidades y los resultados que dan lastima. La excelencia, en cambio, es el camino de los desafíos y los resultados que marcan generaciones. 

 

  1. CONFORMISMO VS. INCONFORMISMO

La mentalidad de pobreza es conformista en todos los aspectos. Cuando en nuestra actitud hay conformismo, no podemos asumir desafíos que nos lleven a superarnos.

Nuestra realidad no determina quienes somos, pero sí la respuesta que le damos a esa realidad.

Judas sufrió de un conformismo tan extremo, que ni siquiera estar ante el dador de la vida en abundancia le sirvió para ser libre de sus problemas internos con el dinero. Mateo 26:14 al 16. La actitud de Judas reveló la avaricia de su corazón, que ya se venía manifestando a escondidas con sus robos a la tesorería del ministerio de Jesús. 

El conformismo, como a Judas, puede llevarnos a tomar los caminos fáciles y poco sacrificados, para satisfacer nuestras necesidades más egoístas. Pero a su vez, es la actitud que nos lleva a acabar con nuestra propia vida. Quien se conforma se estanca.

El inconformismo en cambio, como actitud, es un elemento necesario para el crecimiento. Es la actitud que reflejó el apóstol Pablo cuando escribió Filipenses 3:12 al 14. Estamos leyendo a un hombre inconformista, que sabía que siempre hay algo más y no lo había conseguido todo. Por eso nuestra actitud debe ser esta: ¡Seguir avanzando! Siempre hacia adelante.

No lo confundamos con la ambición desmedida en términos económicos, pero sí como una plataforma para el avance en este ámbito, y en todo ámbito de nuestras vidas.

Podemos ser como Judas y caminar el resto de nuestras vidas con una mentalidad de pobreza, o ser como Pablo y avanzar con una mentalidad de abundancia que nos conduzca hacia la corona de la vida.

Que Dios nos ayude a tener una mentalidad de abundancia para que seamos prosperados espiritualmente y materialmente. Que tengas una semana bendecid y de victoria!

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